Desde finales de julio hasta últimos de agosto son visibles las Perseidas, la popular lluvia de estrellas del verano, pero su máximo de actividad será este año entre el 10 y 15 de agosto, con un pico en la madrugada del día 13. Como suelen aparecer en torno a la festividad de San Lorenzo –el día 10– también se las denomina ‘lágrimas de San Lorenzo’.
Este fenómeno se produce por los restos de la visita del cometa 109P/Swift-Tuttle. Cada año por estas fechas nuestro planeta cruza su órbita, que está llena de partículas pequeñas, como granos de arena, liberadas por este cometa que pasa por el Sol cada 133 años.
Este año coincide una superluna y las Perseidas el 10 de agosto
Cuando una de esas partículas entra en contacto con la atmósfera terrestre, la fricción la calienta hasta vaporizarla. Se producen así los célebres fireballs o estrellas fugaces, que durante unos segundos parecen iluminarse como una estrella verdadera. Incluso pueden superar el brillo de Júpiter y Venus, que, por cierto, también se encontrarán el 18 de este mes en la bóveda celeste.
En un año normal pueden verse unas 100 estrellas fugaces a la hora, pero 2014 no lo es. En esta ocasión, el 10 de agosto se produce un fenómeno que perjudica su observación y las resta protagonismo: una superluna llena, la segunda del verano. La primera fue el 12 de julio y la siguiente será el 9 de septiembre.
Superluna cercana
Una superluna se observa cuando nuestro satélite se sitúa en el punto de su órbita más cercano a la Tierra, el perigeo. Aquí está unos 50.000 kilómetros más cerca que cuando se encuentra más lejos, en el apogeo. Al estar más próxima, su tamaño aparente es un 16% superior y su brillo es un 30 % más alto respecto a la luna llena de otros meses.
Por este motivo, si lo que uno quiere ver son las Perseidas, la recomendación de los expertos es intentar amortiguar la potente luz de la superluna usando como ‘escudo’ algún edificio, árboles o cualquier otra estructura cercana.