Un nuevo dinosaurio encontrado en la Patagonia chilena es portada de la revista 'Nature'

Portada de la revista Nature con la ilustración del Chilesaurio diegosuarezi. / CONICET


La revista Nature ha elegido como tapa de su último número al Chilesaurio diegosuarezi, un extraño dinosaurio pariente del Tyrannosaurus rex y del Velociraptor, que presenta características mezcladas de distintas especies y que, además, es el primer dinosaurio del periodo Jurásico –hace 145 millones de años- encontrado en la Patagonia chilena.

En el hallazgo de este espécimen participaron investigadores y técnicos del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN-Conicet) junto con investigadores de la Universidad Andrés Bello (UNAB), de Santiago de Chile.

La inclusión en la portada de la revista pone en relieve la importancia de este nuevo espécimen que los científicos habían descrito como un mosaico evolutivo en el momento de su presentación en mayo de este año.

En un principio los restos que habían encontrado parecían pertenecer, por sus características, a distintas especies, pero en un análisis posterior se evidenció que se trataba de un mismo ejemplar: un terópodo, como el Velociraptor, pero que no pertenece a ninguno de los grupos de estos conocidos hasta el momento y con particularidades de otros linajes.

Como ejemplo de las características que aportan rareza a este dinosaurio, que en la cordillera chilena patagónica se halló en abundancia, pueden citarse su cráneo y sus dientes los que revelan una dieta completamente herbívora. “La combinación de una cabeza pequeña, dientes de hoja o espátula -para cortar hojas- y las patas robustas son todos rasgos inusuales para los terópodos”, explica Fernando Novas, investigador principal del Conicet en el MACN que estuvo a cargo de la descripción del hallazgo.

En efecto, el Chilesaurio diegosuarezi fue descripto como una mezcla de los tres linajes principales en que dividen los dinosaurios – los terópodos, como el Tyrannosaurus rex; los sauropodomorfos, como el Brontosaurio; y los ornitisquios, como el Triceratops.

Todo había comenzado en 2004 cuando los primeros restos fueron encontrados por un niño de siete años, Diego Suárez, que acompañaba a sus padres, los geólogos de la UNAB Manuel Suárez y Rita de Cruz, en un expedición en la parte oriental región de Aysén. Los científicos recolectaban muestras para el relevamiento de la Carta Geológica de Chile que lleva a cabo el Servicio Nacional de Geología y Minería a lo largo de ese país. Manuel Suárez cuenta: “Desde los cinco años que Diego nos ha acompañado a terreno y participaba en el descubrimiento de conchas fósiles y hojas fósiles. Mientras estábamos en el campamento base jugaba a encontrar huesos de dinosaurios”.

Estos primeros huesos, cuenta Novas, habían sido llevados al Museo de La Plata por suponer que se trataba de reptiles marinos. Allí Leonardo Salgado, investigador independiente del Conicet, los describió individualmente en un trabajo publicado en 2007. Al observar que se trataba de un terópodo, contactó a Novas para invitarlo a revisar los restos enviados por Suárez y su equipo. Allí comenzó la segunda etapa de este descubrimiento.

En el taller de paleontología del MACN – a cargo de Marcelo Isasi, profesional adjunto del Conicet – se analizaron los restos y se constató que la columna vertebral, costillas y ambos brazos, que parecían pertenecer a ejemplares diferentes, en realidad eran parte de un mismo dinosaurio de un tamaño parecido al de una gallina. Eso les dio la pauta de que debían ir en busca de más piezas.

“Al obtener el esqueleto completo comprobamos que en realidad formaban parte de un todo: el Chilesaurus. Es como si representara una mosaico de dinosaurios en un mismo animal”, precisa Novas.

(CONICET/DICYT)

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