Hace 45 años los astrónomos Klim Churyumov y Svetlana Gerasimenko, una de sus investigadoras, comenzaron sin querer un nuevo capítulo en la historia de la exploración espacial.

Estos dos astrónomos ucranianos descubrieron un extraño objeto rico en hielo – bautizado como Cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko – durante una campaña de observación de cometas desde el Observatorio de Almá-Atá, en Kazajstán. Actualmente la sonda Rosetta de la ESA está estudiando ‘su’ cometa desde muy cerca. 

El próximo mes de noviembre podremos saber mucho más sobre el objeto descubierto por Churyumov y Gerasimenko, cuando el módulo Philae de Rosetta intente realizar el primer aterrizaje suave de la historia sobre el núcleo de un cometa. 

Estas dos imágenes se corresponden con las placas tomadas por Klim Churyumov el 21 de septiembre de 1969 con un telescopio Schmidt de gran angular, con un intervalo de una media hora. En ellas se puede ver un objeto borroso (señalado por las flechas) que cambia ligeramente de posición entre las dos instantáneas. 

El cometa aparece borroso porque está envuelto en una coma de polvo y gas expulsado hacia el espacio a medida que su núcleo rico en hielo es calentado por la radiación solar. 

Antes de la era de las cámaras digitales, fotografiar objetos astronómicos era un proceso lento y tedioso que requería tomar largas exposiciones de una misma región del firmamento utilizando placas de vidrio recubiertas de una emulsión sensible a la luz. 

En el campo de la astronomía se prefería el uso de las placas de vidrio frente a la película fotográfica convencional porque éstas no se encojen o deforman durante el proceso de revelado o cuando cambian las condiciones ambientales. Las placas se colocaban sobre marcos de gran formato para retratar una amplia región del firmamento. 

La técnica para detectar cometas u otros objetos que se moviesen a gran velocidad consistía en tomar una nueva fotografía cada 20-30 minutos. Una vez reveladas y analizadas, se podían distinguir fácilmente las fuentes de luz que habían cambiado de posición con respecto a las estrellas más lejanas, que parecían permanecer fijas. 

En las últimas décadas, los avances en la exploración espacial han revolucionado el estudio de los cometas, comenzando con los primeros planos del cometa Halley tomados por la sonda Giotto de la ESA en 1986. Desde aquella varias misiones han visitado un puñado de cometas e incluso se han traído a la Tierra muestras de polvo cometario. 

Estos estudios dejan claro que los cometas no son meras bolas de hielo sucio. Las teorías sobre su origen y naturaleza han evolucionado mucho en los últimos años, pero todavía quedan muchas incógnitas – que Rosetta y su módulo Philae podrían ayudarnos a resolver.

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