Carita feliz

Carita feliz


Una idea sencilla, la carita feliz en un mensaje de computadora; la transmisión de la complejidad de las emociones

El 19 de septiembre de 1982, Scott Fahlman, un profesor de informática de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburg, propuso a sus colegas algo que en el momento pareció insólito: poner humor en los mensajes de correo electrónico que se enviaban.

Su propuesta fue muy sencilla colocar una carita feliz al escribir tres signos de puntuación: dos puntos, un guión y el cierre de paréntesis, para dibujar una pequeña cara que sonríe en forma horizontal, con lo cual cualquiera podría componerla con su teclado, según se puede leer en el mensaje original:

🙂 Sonrisa

O cuando algo no fuera del agrado del remitente colocar dos puntos, guión y apertura de paréntesis:

🙁 Triste

Fahlman acababa de inventar los emoticones para internet, con lo cual generó una nueva forma de expresión, que desde entonces sería utilizado por los internautas del mundo entero.

Como Fahlman explica en su página web, la idea surgió como respuesta a los problemas de interpretación de los mensajes que se intercambiaban en los tableros o paneles electrónicos que usaban los profesores y estudiantes para discutir ciertos temas online. «Nos planteamos que sería una buena idea explicitar qué mensajes no debían tomarse en serio; después de todo, cuando usamos comunicación online basada en textos no contamos con los datos adicionales que aportan el lenguaje corporal o el tono de voz, que en una conversación informan de la intención o el tono del mensaje».

«Entonces se me ocurrió que la secuencia de caracteres 🙂 podía ser una solución elegante que, además, todos los ordenadores de entonces, basados en el código ASCII, podrían soportar», aclara.

Poco a poco estas «caritas» se difundieron hasta hacerse casi imprescindibles en mensajes de correo electrónico, chats, foros de debates y blogs, con el objetivo de intentar atenuar la neutralidad de lo escrito, los malentendidos o simplemente para intentar dotar al lenguaje escrito de algo de emotividad.

La idea rápidamente se extendió a otras universidades y laboratorios de investigación y las imágenes expresivas se ampliaron exponencialmente.

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