Investigadores del Instituto Nacional de Psiquiatría y representantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentaron las propuestas preliminares de modificación a cuatro secciones de la actual Clasificación Internacional de Enfermedades en materia de trastornos sexuales y condiciones relacionadas con la salud sexual.
El objetivo de las propuestas es la eliminación del estigma y de la carga de las enfermedades, así como facilitar la identificación y las opciones de tratamiento, coincidieron los especialistas en un simposio realizado el pasado miércoles en el Colegio Nacional.
La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) es un documento publicado por la OMS que abarca todas las áreas de enfermedades, trastornos y lesiones, y es la herramienta diagnóstica más usada en el mundo para guiar la práctica rutinaria de cuidado a la salud, y para recolectar y reportar información relacionada con la salud, explicó María Elena Medina Mora, directora del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, integrante de la Academia Mexicana de Ciencias y organizadora del evento.
Dicho documento se revisa periódicamente, generalmente en un periodo de 10 años. La versión aún vigente es la CIE volumen diez (CIE-10) que se completó en 1990 y que a la fecha se está revisando por diferentes grupos de expertos a nivel mundial para elaborar la nueva versión en el 2015, la CIE-11.
“Han pasado 15 años desde la anterior revisión y hay muchas áreas en las cuales la evidencia nos ha hecho ver que necesitábamos modificar, complementar e incluir lo nuevo que sabemos sobre las enfermedades, sobre cómo cuidar a las personas que están en riesgo o que tienen un trastorno”, explicó la también integrante del Comité de Expertos de la OMS.
Medina Mora explicó que el instituto a su cargo es uno de los centros colaboradores de la OMS, por lo que varios de sus investigadores, entre ellos la propia especialista, trabajan en el proyecto de revisión de la CIE en el capítulo ‘Trastornos mentales y del comportamiento’. “A nosotros nos compete trabajar desde el aspecto de la psiquiatría, pero en lo que presentamos hoy, hay propuestas que se extienden más allá de nuestra profesión”, señaló.
Esta es la razón por la cual, el proceso de elaboración de las propuestas requirió la participación de académicos y profesionales de distintas disciplinas y recogió las reflexiones y aportaciones de sociedades científicas, grupos de personas con enfermedades o condiciones clasificadas, y organizaciones de la sociedad civil de distintas partes del mundo, explicó por su parte el doctor Iván Arango de Montis, investigador del INP y uno de los coordinadores del proyecto de revisión.
Cuatro propuestas
Arango de Montis describió las modificaciones a cuatro secciones o subcategorías para la CIE-11. La primera corresponde a la sección F-52, la cual refiere a disfunciones sexuales de origen no orgánico, en donde se propone la eliminación de algunas categorías diagnósticas como el vaginismo y la dispareunia no orgánica y las cambia por la de trastorno de la conducta sexual compulsiva. Aún se discute si esta nueva categoría pueda ser ubicada en otros capítulos de la CIE correspondientes a los padecimientos obsesivo-compulsivos, precisó el especialista.
Otra modificación contempla la sección F-64: Trastornos de identidad de género, que en la versión actual aún se hace referencia al transexualismo, trastorno de la identidad sexual en la infancia, entre otros. Sin embargo, en la nueva versión de la clasificación se sugiere un renombramiento de esas categorías por “Discordancia de género en la adolescencia y la adultez”. Asimismo, se propone una reducción en los tiempos de diagnóstico, de dos años a unos cuantos meses para reducir la brecha de tratamiento, abundó Arango.
La tercera modificación está en la sección F-65: Trastornos de las inclinaciones sexuales, en la cual se propone renombrar toda la sección como ‘Parafilias’, medida que eliminaría algunas categorías hoy vigentes como el fetichismo y el travestismo fetichista y sustituiría otras como el sadomasoquismo por sadismo sexual coercitivo.
Finalmente, la cuarta modificación propone eliminar por completo la sección F-66: Trastornos psicológicos y del comportamiento del desarrollo y orientación sexuales, apartado que hace referencia a la hetero, homo y bisexualidad. “En esa versión aún se relaciona a la orientación sexual con los trastornos metales, pero en la nueva clasificación, la orientación sexual dejaría de ser entendida como un problema y se le colocaría en el Capítulo Z de la CIE”, comentó. Este apartado no incluye enfermedades sino aspectos y problemáticas sociales relacionados con la salud sexual.
““Nada sobre nosotros sin nosotros”
De acuerdo con María Elena Medina Mora, la siguiente fase de las propuestas consiste en someterlas a un proceso de evaluación científica que está dividido en dos partes: los estudios basados en internet y los estudios de campo. En el primero está abierto a la participación global, mientras que el segundo ya se está realizando en México y servirá para recoger las aportaciones de los clínicos, los pacientes, los usuarios y los tomadores de decisiones.
Dicho trabajo técnico, abundó la especialista, quien coordina en México la evaluación de las propuestas a nivel internacional, deberá completarse en 2014 para que los resultados y las modificaciones a las propuestas preliminares en la parte correspondiente a los trastornos sexuales y las condiciones relacionadas con la salud sexual sean enviados a las entidades de la OMS correspondientes para su aprobación e inclusión en la CIE-11.
“La idea de abrirlo y de tenerlo en estos escenarios abiertos al público es justamente para estimular que las personas opinen, digan qué necesitan, si les hace sentido o no, invitarlos a esta reflexión, tenemos un año para recuperar esto y asegurarnos de que la clasificación realmente tiene una utilidad clínica”.
La consigna ‘nada sobre nosotros sin nosotros’, afirmó, “quiere decir que no se vale que los especialistas pensemos en lo que la población necesita, sin recuperar las voces de las personas involucradas”.
María Elena Medina Mora, directora del Instituto Nacional de Psiquiatría