México no ha podido dar el paso evolutivo hacia una cultura compatible con la ciencia ya que seguimos inmersos en una cultura religiosa, lamentó Marcelino Cereijido Mattioli, investigador emérito de fisiología celular del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) del Instituto Politécnico Nacional.
“Debería estar prohibido, hacer que un niñito de 5 años se arrodille y se golpee el pecho hasta que reconozca que por su culpa ha condenado a toda la humanidad. A eso se le llama una intoxicación cognitiva (…) Con ese tipo de acciones se usa muy poco la razón para filtrar lo que se nos dice. Lo peor de todo es que esta información nadie la filtra. Si ustedes van al supermercado van a saber cuándo caduca un envase de leche, pero la intoxicación cognitiva tiene vía libre”, explicó el especialista.
La ciencia solo es otra manera de interpretar la realidad, sin recurrir a milagros, revelaciones, dogmas, ni al principio de autoridad, dijo Cereijido Mattioli durante su participación en la mesa redonda “Más ciencia, más conciencia”, organizada por la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (DGDC-UNAM).
Mientras que los países de Primer Mundo se apoyan en la ciencia para resolver los problemas que enfrentan día con día, los tercermundistas piensan que después de resolver los problemas podrán dar un apoyo a la ciencia.
“Cuando Japón había sufrido severos daños debido al impacto de fenómenos naturales (tsunami y terremoto), fue que salió la noticia de que este país asiático a pesar de todos los problemas por los que pasaba, había decidido aumentar el presupuesto para la ciencia. Esto es porque un país de primer mundo reconoce que la ciencia es la mejor manera de solucionar las dificultades. En cambio, yo tengo el honor de pertenecer al Consejo Consultivo de Ciencias, esa es la buena noticia, la mala es que en 18 años que llevo de pertenecer a ese lugar no me preguntaron un pito”, dijo el investigador del CINVESTAV, institución que forma parte de la mesa directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
Como ejemplo de que México sigue siendo un país que no tiene una cultura compatible con la ciencia, Cereijido Mattioli recordó cuando la presentadora de noticias, Adela Micha, expuso que debido a que Dios amaba mucho al Papa Juan Pablo II, a su llegada a nuestro país había hecho brillar el sol y había limpiado las nubes para recibirlo.
Asimismo, rememoró la ocasión en que la alcaldesa de Monterrey, Margarita Alicia Cervantes, nombró a Jesucristo como la máxima autoridad de la ciudad, y con ello rompió el estado laico. O cuando al exfutbolista del club América, Salvador Cabañas, le dieron un balazo en la cabeza, y en lugar de agradecer a los avances médicos y a la tecnología del Instituto Nacional de Neurocirugía, la sociedad mexicana le atribuyó el milagro a la virgen de Guadalupe.
La comunicación de la ciencia
Gracias al desarrollo científico es que sabemos dónde estamos. “La ciencia ha permitido tener conciencia de cuál es nuestra ubicación en el Universo, sabemos que la Tierra no es el centro del Universo, sabemos que el ser humano no es el zoom de la creación (…) Tenemos conciencia de cómo pasa el tiempo, conocimiento para generar más alimento o más energía. Hay una zona en la que más ciencia, no necesariamente significa más conciencia, pero hay otra en la que sí”, expuso el doctor José Franco, director general de la DGDC, encargado de moderar la mesa redonda.
Para llegar a una mayor conciencia, la comunicación de la ciencia adquiere un rol fundamental. Actualmente los científicos no son conscientes de que es una obligación y no un gusto, el contar su quehacer en investigación. “Qué responsabilidad podemos exigirles a los demás, si nosotros no compartimos el proceso por el cual llegamos a ciertos hechos, no se puede comprender que esa responsabilidad sea completa”, indicó Diego Golombek, profesor de la Universidad Nacional de Quilmes, en Argentina.
En 1959, el físico y novelista Charles Percy Snow, dio una conferencia titulada “Las dos culturas”, donde argumentaba que los científicos se atrincheran en su ciencia, hacen ciencia, generan conocimiento e investigación, pero no sabían que era lo que pasaba en las humanidades, y también que los humanistas no sabían leer lo que pasaba en la ciencia y no la entendían, señaló Arnoldo Kraus Weisman, médico y miembro del Colegio de Bioética.
“Los científicos muchas veces no se detienen a pensar si tiene sentido la investigación que realizan, si tiene algún valor para otras comunidades seguir haciendo este tipo de ciencia, claro que no todos, pero algunos para poder pertenecer al Sistema Nacional de Investigadores, tienen que investigar y publicar para poder ser merecedores del incentivo que da el gobierno mexicano. No obstante, muchas veces ese tipo de investigación no sirve o muchas veces produce grandes problemas”. Tiene que haber mayor pertinencia de las investigaciones que se realizan en nuestro país, indicó Kraus Weisman.
Por otra parte, la coordinadora del Seminario Universitario de Investigación del Patrimonio Cultural de la UNAM, Mari Carmen Serra Puche, dijo que hay que hacer un esfuerzo para fortalecer la identidad del mexicano, esto con la finalidad de que se pueda revivir la conciencia social, que dijo, se ha perdido en gran medida.
En los últimos meses, la DGDC-UNAM, ha realizado las mesas redondas: “Más ciencia, menos violencia”, “Más ciencia, menos adicciones”, “Más ciencia, menos pobreza” y en esta ocasión “Más ciencia, más conciencia”. El objetivo de este ciclo es establecer un diálogo entre especialistas, jóvenes universitarios y público en general para que se aproximen a temas de interés, que les permitan acercarse al conocimiento científico y mejorar su calidad de vida.