856 años de historia, cultura y arte fueron dañados irremediablemente el 16 de abril de 2019, durante el incendio que sufrió la Cathédrale Notre-Dame (en francés) (la catedral de Nuestra Señora, como sería la traducción al español), dedicada a María, madre de Jesucristo.
La que era la archidiócesis de París, se erige en la pequeña isla de la Cité y es uno de los monumentos más populares de la capital francesa.
Notre-Dame fue creada atendiendo el crecimiento de la ciudad en el siglo XII. Era de tal importancia que el papa Alejandro III acudió hasta ahí para colocar la primera piedra, pero también con la intención de reforzar la hegemonía de la iglesia católica en Francia y Europa.
Por ser un icono de la arquitectura gótica, un punto de referencia en París, por su importancia cultural, y por ser uno de los edificios más sobresalientes y antiguos de cuantos se construyeron en estilo gótico (de hecho es una de las primeras catedrales góticas de Europa), la Unesco la declaró Patrimonio Mundial en 1991.
Su arquitectura la convirtió en modelo para las construcciones medievales posteriores.
La construcción
El obispo Maurice de Sully emprende la construcción de la nueva catedral a partir de 1163 sobre el solar que ocupaba una antigua basílica dedicada a San Etienne, y como un reflejo de la abadía de Saint Denis.
Para 1260, ya estaba completada en su mayor parte. Las torres de casi 70 metros de altura se construyeron entre 1210 y 1250, y la iglesia se completó oficialmente en 1345, pero se modificó de manera frecuente a lo largo de los siglos siguientes. Por esto mismo es que a lo largo del proceso fueron varios los arquitectos que participaron en el proyecto, (tanto en la construcción, como en las modificaciones) o que explica en mucho las diferencias estilísticas presentes en el edificio.
Al estar sobre una isla en medio del río, la calidad constructiva del subsuelo no era muy buena, pero en cambio la ubicación posee un largo historial dedicado al culto religioso. Ahí los celtas celebraron sus ceremonias y los romanos durante su dominio erigieron un templo al dios Júpiter. En ese lugar también estuvo la primera iglesia católica de París, la basílica de Saint-Etienne, proyectada por Childeberto I alrededor del año 528.
Ya en 1160, y como resultado del ascenso centralizador de París, el obispo Maurice de Sully consideró la existente basílica de San Etienne (San Esteban) poco digna de los nuevos valores. El gótico inicial, con sus innovaciones técnicas que permitían formas hasta entonces imposibles, es la respuesta a la demanda de un nuevo concepto de prestigio en el dominio ciudadano. Durante el reinado de Luis VII, y con su apoyo, este proyecto fue bendecido financieramente por todas las clases sociales. Así, y teniendo en cuenta la grandeza del proyecto, el programa siguió velozmente y sin interrupciones que pudieran ocurrir por falta de medios económicos (algo común, en la época, en construcciones de gran envergadura).
En 1182 -todavía en plena construcción- el coro ya prestaba servicios religiosos y, durante la transición entre los siglos, se concluyó la nave. Al inicio del siglo XIII arrancan las obras de la fachada oeste con sus dos torres, extendiéndose a mediados del mismo siglo. Los brazos del transepto (de orientación norte-sur) fueron edificados de 1250 a 1267 bajo supervisión de Jean de Chelles y Pierre de Montreuil. Simultáneamente se levantan otras catedrales a su alrededor en un estilo más avanzado dentro del gótico; la catedral de Chartres, la catedral de Reims y la catedral de Amiens.
Las destrucciones a la Catedral
Durante la década de 1790, tras la Revolución francesa, Notre Dame sufrió la profanación de parte de su imaginería religiosa, que quedó dañada o destruida.
Más la obra que inspira (Nuestra Señora de París por Victor Hugo), es la que hace que reviva el interés popular por ella.
La obra provoca que las zonas elevadas se conviertan en uno de los espacios más populares de la Catedral, al ser el dominio natural que le confirió al jorobado Quasimodo, su personaje principal de la trágica historia, que tenía la visión de las gárgolas.
De hecho, las 54 gárgolas y quimeras, fruto de la restauración que comenzó Eugène Viollet-le-Duc en 1845 (y se prolongó durante un cuarto de siglo) son inspiradas en esa novela.
Notre Dame inspiró a la literatura, la pintura e incluso a la música. Fue el centro de distintas películas en la cinematografía mundial y el referente de los parisinos para hablar de sus raíces.
Notre-Dame también fue testigo del ascenso al poder y la coronación de Napoleón Bonaparte, quien se dio a la tarea de expandir el poderío de Francia en lo que el consideraba como el nuevo Imperio, de alguna manera traicionando los principios de la Revolución de 1789—1799, cuando el pueblo francés derrocó a sus reyes.
El 15 de abril de 2019, el edificio sufrió daños significativos a causa de un incendio; el techo colapsó por completo, la aguja principal cayó y los rosetones quedaron dañados.
La aguja central —que medía 96 metros—, el epicentro del incendio del 15 de abril, se agregó durante una renovación del siglo XIX. Tardó casi 200 años en completarse.