Jorge Vázquez Pacheco
La actual generación de humanos –que es incapaz de concebir el mundo sin la red de Internet–, es conocida como la generación Z, la de los “hiperconectados”, pero aún así, sienten que sus padres tienen una influencia decisiva sobre su educación y su carrera.
De acuerdo a las encuestas, más de la mitad de la generación Z tiene como propósito el establecimiento de su propia empresa y no depender de un patrón empleador, apunta Edgar Andrés Ríos Mentado, doctor en Gobierno y Administración Pública por la Escuela Libre de Ciencias Políticas y Administración Pública de Oriente, durante su conferencia conferencia “Emprendimiento, alternativa constante”, presentada durante la Expo Empresas Universitarias.
Las principales razones de porque los jóvenes de la actualidad quieren emprender un negocio son dos principalmente, que van desde la posición egoísta, hasta la de colaboración social: “Quiero ser mi propio jefe” y “Quiero tener un impacto en mi entorno”.
En ambos casos -seála Ríos Mentado- están implícitos los objetivos de autonomía, oportunidades de liderazgo, dedicación a una causa y coyunturas aptas para mostrar creatividad.
Pero estos jóvenes tiene una seria deficiencia: “Las empresas que pretendan contratarlos se enfrentarán al problema de su incapacidad analítica y de síntesis. Se trata de jóvenes acostumbrados a la sobreabundancia de información, la inmediatez de las comunicaciones y el amplio uso de dispositivos electrónicos para establecer sus relaciones. Son jóvenes que leen muy poco y casi no pueden escribir a mano”, señaló el especialista.
A cambio, prevalecen en ellos la inteligencia y el conocimiento; si requieren de nociones complementarias, siempre encontrarán en la red algún tutorial que les aclare el panorama.
La generación Z -apunto- muestra más ansiedad ante los temores de escaso rendimiento que las generaciones anteriores, a las que se han denominado X (de 1961 a 1981), Y (de 1982 a 2001), Baby Boomers (1946-1960) y Silenciosa (1926 a 1945). El 71 por ciento de las generaciones anteriores suponían que debían lograr un nivel económico superior al de sus padres, pero entre la generación Z sólo el 56 por ciento siente lo mismo, al tiempo que su talón de Aquiles es el trabajo en equipo.
Después de considerar las virtudes de diversos empresarios exitosos a nivel mundial, pasó a la ejemplificación de dos modelos locales de empresarios, jóvenes ellos y con una iniciativa digna de bien merecer su análisis como modelo empresarial.
El primero, conocido como “Fallo”, quien fue capaz de partir desde la entrega de hamburguesas preparadas por él mismo a sus amigos y vecinos, hasta lograr el establecimiento de un sólido negocio en la calle de Cempoala, en el que da trabajo a sus amigos estudiantes de la UV.
El segundo, es el de una chica que al lado de su novio inició vendiendo tortas en las inmediaciones de la Facultad de Arquitectura; actualmente a diario atiende pedidos de decenas de baguettes y está a un paso de adquirir un camión que le permitirá expender su producto en diversos puntos de la ciudad.