¿Por qué los grillos cantan y brincan tan alto?
¿Por qué es azul el cielo?, ¿Por qué hay un arcoíris después de llover?. Son preguntas que desbordan a los niños cuando están frente a los científicos.
El juego y la ciencia es un engrane tan natural, tan perfecto en la infancia, cuando los pequeños son creativos e imaginativos, ávidos de aprehender todo.
El aprendizaje de la ciencia, en ésta etapa del ser humano, es una apuesta segura para obtener grandes resultados en la formación de hombres aptos en cualquier profesión. Los niños son los más entusiasmados en conocer las disciplinas duras del conocimiento como son la física, la química y las matemáticas, en comparación con cualquier otra edad del ser humano.
“Viven en un mundo en el que es fácil ayudarlos a acercarse a este tipo de conocimiento científico; es una cuestión de saber identificar ¿qué quieren saber?”, considera Talía Ramírez colaboradora del programa Sábados en la Ciencia de la Universidad Veracruzana, promovido por la Academia Mexicana de Ciencias A.C desde 1993.
El tema de hoy, dice Talía – a quien se le escapa la niñez de los ojos- es la tecnología, en dónde los pequeñines están muy avanzados; sin embargo, el entusiasmo por los dinosaurios es vigente, afirma sorprendida de cómo ellos saben todos los nombre de estos prehistóricos animales.
La realidad de los niños de la que hablamos es de pequeños que viven en zonas urbanas y cuyos padres tienen la sensibilidad y educación para llevar a sus hijos a estas experiencias lúdicas con la ciencia, en la ciudad de Xalapa, Veracruz.
Pero la situación para los niños de lugares suburbanos o rurales es completamente distinta; ahí los niños aspiran únicamente a terminar la primaria, debido a la pobreza, aunque tengan la misma disposición y avidez por aprehender.
Grillo, Katy Vivar, 2006 |
María de los Angeles Chamorro, maestra en ciencias, académica de la Facultad de Biología de la Universidad Veracruzana, comenta que en el caso referido “es un poco más complicado” pues el acceso al conocimiento no es fácil.
“Son los niños los que llevan a los papás, los que promueven que se acerquen a aprender a leer. Hay adultos en zonas rurales que no tuvieron oportunidad de acceder a una educación básica, y los niños sí, entonces son ellos los que invitan a leer, a escribir, a sumar, a restar”, plantea.
Desde su experiencia como bióloga en zonas rurales, expresa que para los niños en esas áreas “es muy común estar en contacto con la naturaleza”. Ahí el reto es que conozcan los procesos químicos y físicos del agua, del suelo y la identificación científica de los arboles y animales.
En tanto para los niños de zonas urbanas “en ocasiones desconocen parte de la fauna, de la vegetación porque están familiarizados con otro tipo de contexto”.
Para Adalberto Fox coordinador estatal del programa de divulgación “Sábados en la Ciencia” los aspectos de acercar la ciencia a las zonas rurales y de convencer a los investigadores a participar se ha vuelto un gran reto de desarrollo social.
“Yo insisto que no es suficiente, lo comentábamos hace rato. A lo mejor estamos en un ámbito donde no se dan todas las condiciones, un museo maravilloso con todas las condiciones, tenemos a los investigadores, el apoyo de la Universidad […] ¿cómo hacer llegar el conocimiento?”, se pregunta con una voz de real interrogante.
“A mí me gustaría mucho que a lo largo del tiempo, pudiéramos ver que todos estos cuatrocientos y tantos investigadores o los tres mil y tantos académicos, estuviéramos compartiendo conocimiento, no solamente con niños, sino con todo el público, con jóvenes, con amas de casa, con comunidades”, agrega Fox.
Y así se le podría explicar a muchos más niños porque los grillos cantan y brincan tan alto… Por que es azul el cielo… Por que hay un arcoíris después de llover.