Según la Organización Mundial de la Salud, cada año tres millones de niñas corren el riesgo de sufrir mutilación genital, una práctica que todavía se lleva a cabo con diferente intensidad en 28 países de África subsahariana.

Un equipo del departamento de enfermería de la Universidad de Murcia acaba de publicar en la revista Gaceta Sanitaria un estudio en el que se entrevista en profundidad a nueve mujeres sometidas a ablación y que residen en la Región de Murcia, donde al 1 de enero de 2013 estaban empadronadas 1,195 mujeres procedentes de países donde todavía se practica de forma habitual esta mutilación.

Las nueve participantes del estudio fueron seleccionadas a través de conversaciones informales con matronas que las atendieron en sus respectivos centros de salud o en el momento del parto en el hospital. Todas ellas tienen una o varias hijas y proceden de Nigeria o Senegal, donde sufrieron algún tipo de mutilación genital.

La mayoría no recuerda el momento de la ablación, ya que se les practicó entre los 18 meses y los 14 años, y las que logran rememorarlo suelen hacerlo de forma vaga o ambivalente, entre la alegría de la fiesta del ritual y, en mayor medida, el dolor de la intervención.

“No tenía miedo porque todas mis hermanas lo tienen. Se hizo una gran fiesta en casa. Recuerdo que lloré”, declara una participante de origen senegalés que sufrió la mutilación genital a los 14 años.

Sin embargo, otra compatriota guarda peor recuerdo de cuando le practicaron la ablación a los 10 años: “Me taparon la cabeza con un pañuelo y fui andando con otras mujeres hasta un campo. Me engañaron diciéndome que íbamos a comer cosas que me gustaban. Una vez allí me ataron y sujetaron entre varias mujeres y me desnudaron. Recuerdo mucho dolor, sangre y gritos. Después me curaron con plantas”.

“Yo no siento placer, me da igual”

La mayoría de las mujeres entrevistadas manifiesta una disminución del placer sexual en las relaciones sexuales con su pareja y una mayor dificultad para alcanzar el orgasmo. “Yo no siento placer, me da igual. La que no está cortada, yo pienso, tiene más deseo sexual”, reconoce una nigeriana que lleva seis años afincada en España. Aunque ninguna identifica problemas relacionados con los embarazos y los partos que han tenido en nuestro país, sí que manifiestan un desconocimiento de métodos anticonceptivos seguros.

De forma casi unánime afirman que la mutilación genital es una práctica común en todas las mujeres de su familia y admiten que se ha practicado también a todas sus hermanas. A pesar de que la mayoría muestra su desacuerdo con esta práctica (“Denunciaría si pudiera a quien me hizo esto”, confiesa otra de las nigerianas entrevistadas), la aceptan y no se oponen a ella, entre otros motivos porque sigue siendo un tema tabú en sus culturas.

Por último, solo una de ellas expresó su deseo de mantener la tradición en sus hijas, a pesar de la prohibición legal en España -su lugar de residencia-, donde la ablación se persigue y se castiga con penas de cárcel. Aunque tres de las participantes se mostraron en contra de esta legislación, las seis restantes se muestran a favor de que la mutilación genital esté penalizada. “La cosa ahora está cambiando, no es como hace 20 años. Ahora en mi país (Nigeria) no cortan a las niñas”, concluye otra de las participantes.

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