La Antártida es uno de los lugares más remotos y fascinantes que existen. Rodeado por los océanos Atlántico, Pacífico e Índico y cubierto por una gran capa de hielo, este continente de alrededor de 14 millones de km2 al que es muy difícil acceder por las duras condiciones climáticas y geográficas es, año a año, visitado por algunos pocos científicos de todo el planeta que se aventuran al desafío de establecer bases de investigación en él.

Un estudio publicado en la revista Nature, del que participó Sergio Marenssi, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), de Argentina, ex Director del Instituto Antártico Argentino (IAA) y vicepresidente del SCAR (siglas en inglés del Comité Científico sobre Investigaciones Antárticas) da cuenta de una guía de temas para orientar las investigaciones de la comunidad científica internacional en ese continente para las próximas décadas.

“Es importante porque apunta a nivel mundial y en distintas escalas. Lo que se busca es lograr una sinergia para resolver temas como que los investigadores tengan una guía de una voz autorizada para orientar sus estudios y que les financien sus proyectos; que las instituciones científicas establezcan sus prioridades en la Antártida y que los países aporten recursos materiales y logísticos para apoyar la investigación”, destaca Marenssi.

Esta guía se elaboró a través de un método utilizado internacionalmente, llamado horizon scan (escaneo del horizonte), que consiste en el procesamiento de cientos de preguntas científicas planteadas por el conjunto de los investigadores a través de una serie de pasos metódicos para llegar a un consenso sobre las direcciones futuras a seguir. Esta es la primera vez que la comunidad antártica internacional ha formulado una visión colectiva a través del debate y el voto de sus miembros.

“Lo primero que se hizo dentro del SCAR fue realizar una convocatoria amplia y abierta a todos los investigadores del mundo que trabajan en Antártida. Toda la comunidad aportó ideas y seleccionamos mil 200 grandes preguntas. Después se dividió por disciplinas y se publicó en la web del organismo en donde se hizo una nueva invitación para plantear interrogantes sobre áreas que no estaban representadas: temas históricos, políticos o relacionados al hombre”, explica el investigador, quien agrega que la mayoría de las preguntas estaban orientadas a las ciencias naturales.

Luego de este proceso se realizó una reunión en Queenstone, Nueva Zelanda, a la que asistieron 70 de los investigadores más relevantes de la ciencia antártica elegidos por consenso de la comunidad, y teniendo en cuenta el balance entre las distintas disciplinas y regiones del mundo.

“Después de tres días de intenso trabajo se redujo la lista de miles de preguntas a las ochenta más importantes, seleccionadas a través del voto directo y divididas en seis categorías”, agrega el geólogo.

Estos lineamientos apuntan a definir los alcances mundiales de los procesos atmosféricos que ocurren sobre la Antártida y los océanos circundantes; comprender cómo, dónde y por qué pierde masa el manto de hielos; revelar la historia geológica del continente; entender como evolucionó y cómo sobrevive la vida; observar el espacio y el universo desde la Antártida, y reconocer y mitigar el impacto del hombre en la región.

Marenssi explica que estos seis lineamientos engloban las 80 preguntas más relevantes que deberá contestar la ciencia antártica en las próximas décadas. Asegura que para ello se requerirá una financiación estable y sustentable, el acceso a cualquier punto de la Antártida durante todo el año, el desarrollo y aplicación de nuevas tecnologías, el incremento la protección ambiental del continente, el aumento de la cooperación internacional y una mejora en la comunicación entre todos los países que trabajan en la región.

“La ciencia antártica es de importancia mundial. Responder estos interrogantes requiere de la coordinación de esfuerzos de los distintos actores involucrados para facilitar y fomentar la coordinación y planificación de proyectos conjuntos, el intercambio de datos y la difusión de los conocimientos a los responsables políticos y la sociedad”, concluye.

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