Considerados por muchos como un mero entretenimiento, los videojuegos repletos de acción son unos buenos potenciadores cerebrales para entrenar una variada gama de habilidades de atención, cognitivas, sensoriales y espaciales, según los estudios realizados por la neurocientífica Daphne Bavelier.
Bavelier, que ha llevado a cabo sus investigaciones en la última década en las Universidades de Rochester y Ginebra, ha expuesto hoy en el Congreso europeo de Neurociencia de la FENS que los aficionados a estos juegos están reforzando sin saberlo con su afición numerosas funciones cerebrales.
Los estudios de los equipos en los que ha participado esta experta en neurociencia cognitiva se han centrado en examinar la capacidad del cerebro humano para aprender y adaptarse a los cambios mediante la experiencia e intentar determinar los factores que generan una mayor transferencia de aprendizaje.
Bavelier y sus colegas compararon dos tipos de jugadores, los que optaban por los juegos de acción (por lo menos durante cinco horas a la semana), con los que se decantaban por otro tipo de videojuegos.
Los científicos evaluaron varias funciones de los participantes (agudeza visual, toma de decisiones, nivel de atención o cómo cambiaban de tarea) y se usó la exactitud y tiempo de reacción como medidas.
En todas estas áreas, los jugadores «de acción» superaron a sus compañeros que participaron con videojuegos de otras características.
Los de acción demostraron ser mejores en el seguimiento de varios objetos a la vez, buscaron con más eficacia un objetivo en un entorno abarrotado, procesaron con mayor precisión imágenes fugaces, discriminaron detalles de forma más rápida, cambiaron de tarea de modo más flexible y, en general, se distrajeron menos, explica la organización del congreso por medio de una nota de prensa.
Además, el tiempo de reacción de los aficionados a los videojuegos de acción en determinadas tareas fue mucho más corto en comparación con sus compañeros, a pesar de mostrar una precisión similar.
«Como nuestro objetivo es comprender qué aspectos de la experiencia de los videojuegos de acción fomentan la plasticidad del cerebro, queríamos asegurarnos de que cualquier persona puede mostrar este realce cognitivo si le pedimos que participe en estos juegos», ha indicado Bavelier.
Su equipo llevó a cabo múltiples estudios de entrenamiento. Un grupo participaba en juegos de acción y otro en juegos control: sociales, de estrategia u otro tipo de vídeojuegos que no fueran de acción.
Todos practicaron regularmente durante aproximadamente una hora al día, cinco veces por semana durante varias semanas. Al ser evaluados varios días después del final del entrenamiento, los participantes entrenados en videojuegos de acción mostraron una mejoría significativa en comparación con aquellos entrenados en los juegos de control.
Los efectos no solo se observaron unos pocos días después de la final del entrenamiento, sino también meses y años más tarde.
«Claramente, al pedir a los sujetos que participasen en juegos de acción, pudimos mejorar su desempeño en una serie de tareas», ha argumentado esta experta.
Usando imágenes del cerebro, el equipo de la doctora Bavelier midió directamente el control de atención y el filtrado de distracción.
Además, al comprobar que los juegos de acción mejoran la visión, estos equipos científicos han desarrollado algunos concretos para ayudar a rehabilitar a pacientes ambliopes (visión débil), y recuperar la percepción de profundidad.
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