La que muestra la fotografía es una vista tan hermosa como cara: más de seis millones de euros en obleas de silicio, atiborradas de los complejos circuitos integrados que se sitúan en el corazón de todas y cada una de las misiones de la ESA.

Son años de trabajo en el meticuloso diseño de estos cerebros diminutos, para fabricar satélites inteligentes.

En la imagen, una colección de seis discos de silicio que contienen catorce diferentes diseños de chips desarrollados por varias empresas europeas durante los últimos ocho años, con el apoyo financiero y técnico de la ESA. 

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