Santiago de Chile, 2 jun (EFE).- Chile está dedicando cada vez más atención y recursos al estudio y exploración de la Antártica para impulsar el desarrollo científico y tecnológico del país, según diversos testimonios de la comunidad científica recogidos por Efe.
En 2005, apenas había una quincena de proyectos científicos antárticos, asociados a un par de universidades. Actualmente, son más de sesenta, y sólo en los dos últimos años un total de 229 investigadores de 31 universidades han postulado a los fondos del Programa de Ciencia Antártica.
Los recursos públicos destinados a la Antártica en su conjunto aumentaron este año un 20 %, y el presupuesto del Instituto Antártico Chileno (INACH) creció un ocho por ciento hasta alcanzar los 1.826 millones de pesos (unos 3,6 millones de dólares).
«La Antártica es un lugar extraordinario que no tiene parangón a nivel mundial. Ahí se dan las temperaturas más frías y la mayor acumulación de hielo», explica a Efe el director nacional del INACH, el doctor José Retamales.
El Continente Blanco representa la mayor reserva de agua dulce de la Tierra y es un regulador de la temperatura del planeta. En la Antártica se desarrolla la vida en condiciones singulares. «Por eso estamos impulsando con mayor fuerza que nunca la ciencia polar», subraya Retamales.
El creciente interés de Chile por apoyar la investigación polar se debe, según el doctor Marcelo Leppe, jefe del departamento de científico del INACH, a que la Antártica representa hoy una excelente oportunidad para la innovación.
«Se están abordando temas que preocupan a nivel mundial, como el estudio de la vida en condiciones extremas, la reconstrucción del clima del pasado o el desarrollo de modelos para predecir cómo se comportará el cambio climático».
Chile cuenta actualmente con bases científicas en diferentes puntos de la península Antártica y del archipiélago Shetland del Sur. Las mejoras en su habitabilidad han permitido que en los últimos años más investigadores puedan sumarse a la exploración de ese rincón del planeta.
Los fondos para la investigación han aumentado, al sumarse al INACH otros organismos públicos como la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica y el programa Innova Chile.
La colaboración internacional también representa un factor clave. En más de la mitad de los proyectos apoyados el año pasado había participación de investigadores de un total de 14 países, comenta el doctor Retamales.
El profesor Elie Poulin, del Instituto de Ecología y Biodiversidad de la Universidad de Chile es uno de los que incentiva a sus alumnos para que inicien una carrera científica en el último continente prístino.
Hace más de veinte millones de años la Antártica comenzó a separarse del resto del mundo y a sufrir un proceso de enfriamiento paulatino hasta llegar a las condiciones actuales.
En todo este tiempo, «la fauna marina se ha diversificado y se adaptado a unas condiciones extremas; el territorio se ha convertido en un laboratorio natural para estudiar los procesos evolutivos que gobiernan la formación de nuevas especies», señala Poulin, experto en ecología y evolución.
Uno de los factores que hoy en día atrae a los investigadores chilenos hacia la región antártica es el estudio de los efectos del cambio global en las grandes plataformas continentales.
El Programa de Ciencia Antártica de Chile tiene ahora en desarrollo proyectos que van desde la biología molecular hasta el estudios de las grandes plataformas de hielos.
Al doctor José Pérez, del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Chile, le interesa el estudio de los ambientes más fríos y áridos de la Tierra «con condiciones climáticas no homogéneas en todo el territorio».
La Antártica es uno de los lugares mejor preservados del mundo debido a la escasa presencia humana. Además, el clima extremo y la alta radiación ultravioleta actúan como factores de selección.
«Este continente representa un lugar ideal para desarrollar investigación de vanguardia, en particular en las áreas de microbiología y nanobiotecnología», indica el profesor Pérez.
«Es una gran oportunidad para el desarrollo de científicos jóvenes, en un ambiente de cooperación internacional, en líneas de estudios emergentes y sobre un nicho de investigación único y con amplias posibilidades de éxito», asegura.
Una opinión que comparte su colega, el profesor Gino Casassa, del Centro de Estudios Científicos.
«La invitación a desentrañar los misterios de este gran continente blanco está ahí. Somos parte de un selecto club de países».
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