El reloj marcaba las once de la mañana en la ajetreada ciudad de Oaxaca, cuando una columna monolítica de cuatro y media toneladas de peso, perfectamente embalada y dispuesta sobre una grúa, comenzaba su retorno a la Zona Arqueológica de Mitla, su lugar de origen, de donde fue extraída hace más de cien años para ser exhibida en el Paseo Porfirio Díaz de la antigua Villa de Antequera.

La travesía fue custodiada por policías federales y estatales, y un convoy de vehículos oficiales del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) que escoltaron el tránsito de la pieza prehispánica de la cultura zapoteca, de 900 años de antigüedad. Se trata de la única columna completa que perteneció a un edificio del cual solo quedan restos, entre ellos fragmentos de columnas similares.

La caravana fue recibida hora y media después por las autoridades de San Pablo Villa de Mitla entre el estruendo de cuetes y música de banda; el monolito que había permanecido fuera de “casa” desde 1899 atravesó las calles del lugar ante la mirada expectante de los pobladores.

Acompañaron el recorrido hasta la entrada del sitio precolombino de Mitla, efectuado el lunes, Eloy Pérez Sibaja, delegado del INAH en Oaxaca; Lorenzo Melchor Luis Juárez, síndico municipal de Mitla; Samuel Quero, asesor cultural del Ayuntamiento de Mitla, y Jorge Ríos Allier, jefe de la zona arqueológica.

En el sitio, miembros de la comunidad cavaron un pozo y lo bendijeron con mezcal, de acuerdo a los usos y costumbres del pueblo oaxaqueño, antes de depositar y fijar ahí la columna.

El arqueólogo Jorge Ríos Allier explicó que se trata de un monolito de alrededor de cuatro y media toneladas de peso, y cerca de 4 m de altura y 90 cm de diámetro en la base; se estima que fue creada en el año 1100 d. C., es decir, en el periodo Posclásico Temprano.

“La escultura fue hecha con toba volcánica, material de tonos blancos, grisáceos e incluso azules, la cual permite trabajarse y pulirse, debido a que es más suave que la cantera rosa; este dato es relevante ya que el yacimiento más cercano se encontraba a más de 5 kilómetros de Mitla, por lo que se cree que fueron trabajadas en la montaña de donde se extraía el mineral y los acabados finales se hicieron en esta urbe zapoteca.

“La hipótesis que tenemos es que perteneció al Edificio 17 y su función era estructural, sin embargo, no dejamos de pensar que quizá tuvo un valor simbólico importante”, refirió el jefe de la Zona Arqueológica de Mitla.

Al momento de su traslado a Oaxaca en 1899, comentó el especialista, la pieza no fue cortada sino sacada de su base sin lastimarla, lo que fue importante porque en la zona arqueológica hay algunas columnas que sí presentan daños; esto demuestra el interés que tuvo el gobierno del estado en procurar un monumento íntegro.

La columna fue colocada en el Paseo Porfirio Díaz de la capital oaxaqueña como una muestra de los pueblos originarios; se cuenta que aquella travesía se realizó con ayuda de los habitantes de las poblaciones aledañas, en yunta y rodillos. En 1933, la escultura fue trasladada de nuevo al primer museo arqueológico del INAH en la entidad, hoy Museo de los Pintores Oaxaqueños.

“El INAH sabía que la columna zapoteca estaba en ese edificio, sin embargo, juntar los esfuerzos para poder llevarla a su lugar de origen, necesitó de la voluntad política del gobierno estatal, del poblado y del mismo instituto. El retorno de la pieza reivindica el papel que para la arqueología de Oaxaca tiene Mitla, pone sobre la mesa que la arqueología no sólo es dentro de los sitios prehispánicos, es ir a buscar más allá, y es la culminación de proyectos exitosos como este traslado”, concluyó el arqueólogo Jorge Ríos.

En su oportunidad Samuel Quero, representante de la comunidad, añadió que “el regreso de la columna es producto de los esfuerzos del ayuntamiento y apoyo del Centro INAH-Oaxaca, en especial a Nelly Robles García por sus esfuerzos en la protección de la zona arqueológica.

“Miembros de la comunidad —agregó— guarden este momento en su memoria y cuéntenlo a sus nietos y conocidos, porque es parte de nuestra historia oral, y que al paso del tiempo se sepa que fuimos testigos de este logro, de cómo una columna  de casi cinco toneladas regresó a su lugar de origen”.

  Finalmente, Eloy Pérez Sibaja, delegado del INAH Oaxaca, agradeció la presencia del Ayuntamiento de Mitla y de su comunidad, así como del equipo de restauradores encargados de la preparación de la pieza y de la asesoría para su traslado; el retiro de la columna del patio central del Museo de los Pintores Oaxaqueños —donde permaneció 80 años—  implicó muchas horas de trabajo.

“Con este acontecimiento se reafirma el compromiso del INAH de proteger y conservar el legado histórico de la Zona de Monumentos de San Pablo Villa de Mitla, promoviendo entre los ciudadanos y las instituciones conciencia del valor incalculable de las manifestaciones culturales que el Instituto tiene bajo su resguardo”, concluyó.

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