Luego de dos meses de procesos de restauración, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) finalizaron la restauración del Cristo conocido como Preciosa Sangre de Cristo, que es venerado en el templo de la localidad de San Pedro Tenango, en Querétaro, el cual fue presentado recientemente a la feligresía tras concluir la homilía dominical.
En el acto estuvieron presentes el presbítero Juvenal Juan Hernández García, párroco de Santa María Amealco; Diego Prieto, coordinador nacional de Antropología del INAH; María del Carmen Castro Barrera, directora de Conservación e Investigación, y Mercedes Villegas Yduñate, responsable del Área de Vinculación, ambas de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), así como los congregantes del Templo de San Pedro Tenango.
Preciosa Sangre de Cristo es una escultura policroma (1.52 m x 1.43 m, sin contar la cruz), hecha con la técnica de madera tallada y ensamblada, que forma parte del patrimonio cultural en uso de dicha localidad del municipio queretano de Amealco de Bonfil. De acuerdo con estudios, se estima que la pieza data de finales del siglo XIX.
Especialistas de la CNCPC del INAH se dieron a la tarea de atender la talla que por el paso del tiempo presentaba deterioros, como grietas, pérdida de capa pictórica, fragilidad en las uniones de los brazos y el torso, que ponía en riesgo inminente su desprendimiento. Asimismo, le faltaban algunos dedos y carecía de uno de los clavos de madera.
Debido al daño que tenía el Cristo, la comunidad solicitó apoyo al Centro INAH Querétaro, dependencia que en colaboración con las coordinaciones nacionales de Antropología y de Conservación del Patrimonio Cultural, promovieron el proyecto de intervención in situ, que fue realizado por los restauradores Noé Mejía Cruz y Sara González Escribano.
Los profesionales de la CNCPC limpiaron la superficie de la obra, resanaron fisuras profundas, rasguños y bases de algunas secciones, reintegraron la capa pictórica y repusieron los dedos. Del mismo modo, atendieron la cruz, de la cual consolidaron su cobertura y la fumigaron, porque presentaba daños provocados por insectos xilófagos. En cuanto a los clavos, éstos fueron reforzados y se reconstruyó el pincho de madera, además aplicaron tratamientos a las partes de fierro para evitar su corrosión.
A la par de las tareas de restauración —hecho que fortalece la presencia del INAH en la comunidad—, se impartieron talleres de conservación preventiva a los alumnos de la escuela primaria Alfredo V. Bonfil, única en la localidad; y una plática dirigida a los miembros de un comité que se formó en torno a la restauración de la escultura, con el propósito de enterarlos de dichas acciones e involucrarlos en su conservación.
Los infantes aprendieron sobre la valoración de su patrimonio cultural, el quehacer del INAH, los factores y las acciones que pueden dañar los bienes culturales y cómo evitarlos. Luego de conocer estos contenidos, el presbítero Juvenal Juan Hernández García, párroco de Santa María Amealco, Querétaro, solicitó pláticas y talleres para una serie de comunidades aledañas que comparten tradiciones ancestrales.