Santiago Zaragoza Caballero, investigador del Departamento de Zoología del Instituto de Biología (IB) de la UNAM, descubrió un nuevo género de luciérnagas denominado Paracratomporphus, en ejemplares provenientes de Chipinque, Nuevo León. Además, recientemente describió como nueva especie a Macrolampis palaciosi, originaria de Nanacamilpa, Tlaxcala.
Paracratomporphus se suma a los 22 géneros que se distribuyen en México. El número de especies registradas en el territorio nacional asciende a 164, de las cuales 84 son endémicas, señaló el doctor por la Facultad de Ciencias de esta casa de estudios.
El científico explicó que a pesar de su brillo, esta familia de coleópteros –orden de insectos que contiene más especies que cualquier otro en todo el reino animal– ha sido poco estudiada.
Quizá por eso, como resultado de su primera visita al Parque Recreativo Cruz Pesada, a unos kilómetros de Nanacamilpa, el universitario recolectó a Macrolampis palaciosi y detectó que algunas de sus características morfológicas no encajaban con ninguna de las especies conocidas. La principal variación está en la talla, tanto de los machos como de las hembras.
Los descubrimientos fueron dados a conocer en Dugesiana, revista del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Guadalajara.
Escarabajos con y sin luz
En nuestro país no sólo se registra un endemismo importante, sino que hay especies que sólo pueden encontrarse en sitios específicos, como San Buenaventura, Jalisco, localidad con menos de 200 habitantes, única para Photinus (Paraphotinus) anisodrilus.
Su ciclo de vida, igual al de la mayoría de los escarabajos, consta de cuatro etapas: huevecillo, larva, pupa y adulto. En esta última fase, algunos especímenes, sobre todo los machos, ya no se alimentan. Alcanzan la madurez sexual únicamente para reproducirse y en ese ciclo duran pocos días, alrededor de 15.
Las luciérnagas reciben su nombre de la capacidad que tienen para generar luz fría; emiten señales luminosas con cierta frecuencia o longitud de onda para reconocerse entre sí, pero también las hay sin “lamparita”.
Es decir, hay lampíridos con hábitos diurnos y nocturnos. Las luciérnagas nocturnas tienen ojos enormes con los que visualizan de manera amplia y antenas reducidas, exactamente al contrario de las diurnas.
Hay ejemplares que en fase larval tienen agallas, es decir, órganos adecuados para respirar dentro de depósitos acuosos. Por ello, en general en estados primarios se asocian a zonas húmedas e, incluso, a cuerpos de agua. Se les puede ver, sobre todo, en verano, en la época de lluvias.
Zaragoza Caballero detalló que la bioluminiscencia se produce por una serie de reacciones químicas, donde intervienen la proteína luciferina y la enzima luciferasa, que al ponerse en contacto con oxígeno, producen luz.
Los insectos de hábitos nocturnos resplandecen desde que son larvas para atraer a sus presas. No es el caso de las diurnas, que nunca brillan.
Proyectos
El científico señaló el interés de las autoridades de Tlaxcala por conservar el espectáculo natural de las luciérnagas en Nanacamilpa, mediante el fomento del ecoturismo y el acercamiento con el IB de la UNAM.
Asimismo, resaltó la necesidad de que la Universidad participe de manera más activa para, incluso, trazar rutas de desplazamiento de los visitantes dentro del Parque Recreativo Cruz Pesada; en éste se debe tener cuidado extremo, pues “mucha gente coloca sus vehículos de frente con los faros encendidos para tratar de ver a los animalitos y no permiten apreciar el fenómeno”.
Como primera medida, Santiago Zaragoza y su alumna Cisteil Pérez Hernández, elaboraron un tríptico para que sea distribuido entre los visitantes. La meta es conservar ese lucernario natural. Asimismo, junto con integrantes de la Facultad de Artes y Diseño (FAD) se pretende hacer un cartel para dar a conocer a las luciérnagas de México y proyectarlo a una escala mayor, porque a pesar de su belleza, el desconocimiento es grande.
El científico también lleva a cabo una investigación precisa de cómo se mueven las diferentes especies a través del tiempo y en ciertos espacios. En un futuro, le gustaría estudiar a los fengódidos de Tlaxcala, una familia rara de coleópteros luminiscentes, “que son pobremente conocidos”.
Tlaxcala, junto con entidades como Querétaro, Guanajuato, Baja California y Zacatecas, son sitios donde prácticamente no se ha analizado la fauna de insectos, así que “hay mucho trabajo por hacer”, finalizó.