Economía educativa

Universidad patito


Manuel Martínez Morales

La Pedagogía del oprimido, deja de ser del oprimido y pasa a ser

la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación.

Paulo Freire

Cuando Mané escuchó hablar de la educación en Finlandia se sorprendió, pues creyó que se trataba de alguna población ubicada en el norte del país, ya que –según recordaba- existe China, Nuevo León, así como el poblado de Corea en Coahuila. Imaginó que tal vez se tratara de Finlandia, Tamaulipas. Pero la sorpresa realmente se presentó cuando se enteró que que Finlandia tiene el mejor sistema educativo público del mundo.

Y se dice que entre las razones que configuran que este sistema sea tan exitoso están: la carrera de profesor es una de las más prestigiosas (sólo el 10% de los aspirantes logra ingresar a estudiarla en la universidad), los niños inician la escuela a los 7 años cuando tienen suficiente madurez emocional, no hay más de 20 alumnos por aula, no se ponen calificaciones hasta el 5º grado para evitar fomentar la competencia, se busca más la curiosidad que la memorización, la planificación educativa es consensuada entre padres y profesores, el 80% de los padres van a la biblioteca con sus hijos, el gasto en educación es cercano al 6,8% del PIB y desde el material hasta el transporte escolar es gratuito.

Y además de todo esto, está el hecho de que en Finlandia está prohibido por ley que los colegios seleccionen a los alumnos, les pregunten a qué se dedican sus padres o pidan antecedentes económicos de éstos, además de que los padres finlandeses no fomentan la segregación social inscribiendo a sus hijos en colegios de élite.

Pero cuando Mané continuó leyendo sobre el sistema educativo finlandés cayó en la cuenta que Finlandia no podía ser algún poblado en México; ni en sueños el sistema educativo mexicano, en ninguno de sus niveles o modalidades, podía tener tales características.

Entonces, casi simultáneamente, Mané se entera que hace poco murió Gary Becker, un académico de la Universidad de Chicago conocido por su influencia en ciertos ámbitos a pesar del nulo valor intrínseco de sus teorías, calificadas por algunos de sus críticos como charlatanería. Becker, premio Nobel de Economía, fue el exponente más crudo de la ideología que constituye el cemento subjetivo del criminal sistema político-económico que domina el mundo, ideología que se presenta como una ciencia que invade ámbitos públicos y privados.

Así, para Becker, las decisiones de cuántos hijos tener, casarse o divorciarse, dedicarse al arte o a hacer negocios, cometer un crimen o no cometerlo, y otras muchas, son racionales si atendemos a nuestro interés después de comparar costos y beneficios, y si estamos dispuestos a pagar los costos para obtener los beneficios. Además, según Becker, esto no es mera teoría, es un descubrimiento científico.

Becker fue, cabe repetirlo, el exponente más crudo de esa ideología en la que se sustenta la hegemonía del capital. Esto debería agradecérsele, y aprovecharse para desarrollar una crítica firme. Sin embargo, los economistas, aun los de izquierda, fieles a su gremio y su disciplina institucionalizada avalan el carácter de ciencia de esta ideología. Con el mismo infundado juicio, los filósofos se mantienen a distancia.

Lo que ahora nos concierne –piensa Mané- es que una de las aplicaciones concretas y funestas de esta ideología ha sido la construcción de una línea de análisis denominada economía de la educación, que ha servido de base para imponer políticas educativas desastrosas. El concepto central de esta economía de la educación es el capital humano. Su aplicación a rajatabla en el sistema educativo chileno en la época de Pinochet, asesorado por los Chicago Boys, es la causa de la grave crisis que ha vivido el sistema educativo de ese país. Lo mismo ocurrió en Estados Unidos con la crisis del pago de los créditos de los estudiantes universitarios. En el México reciente inspiró el programa de financiamiento de la educación impuesto por Felipe Calderón, pero desde la época de Echeverría la Secretaría de Hacienda y Crédito Público recurre a ella; y ahora se incorporan elementos de este programa en la llamada Reforma Educativa recientemente implantada.

Entonces es explicable por qué México no puede tener un sistema educativo como el finlandés. Por una razón muy simple: nuestro país gravita en la órbita imperial desde hace siglos, lo cual se refleja en una educación aún con rasgos coloniales desde luego coloreados en el presente por los intereses del poder dominante, esto es, el capital financiero transnacional. En consecuencia, lo que más interesa no es educar para la libertad sino para la sumisión o, en palabras de Freire, somos víctimas de una pedagogía para la opresión, el sistema educativo mexicano fomenta la pedagogía del oprimido, uno de cuyos ingredientes es la “economía educativa” propuesta por Becker.

Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.

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