La tendencia al colesterol alto puede ser transmitida de padres a hijos como carga genética, según un estudio del centro brasileño de estudios médicos Instituto Dante Pazzanese de Cardiología divulgado este miércoles.
El estudio, divulgado como parte de las conmemoraciones del Día Nacional de Control del Colesterol, mostró que padres con colesterol alto pueden transmitirle el problema a sus hijos.
Según la investigación, el ocho por ciento de 100 menores de entre 5 y 17 años analizados tenía una tasa elevada de LDL (colesterol malo) y el 45 por ciento tenía una tasa de HDL (colesterol bueno) por debajo del nivel deseado.
Los investigadores analizaron el histórico familiar de los 100 niños y adolescentes, y constataron que en el 30 por ciento de los casos de altas tasas de colesterol había una explicación genética, como por ejemplo padres con cardiopatías.
De acuerdo con los investigadores, si uno de los padres tiene el colesterol alterado ya hay riesgo de que el mal sea transmitido por la carga genética, pero esa posibilidad aumenta cuando los dos padres tienen el problema.
La predisposición es aún mayor en casos de matrimonios entre primos.
Los científicos alertan que eso obliga a las familias con histórico de colesterol alto a estar atentos al posible surgimiento de la enfermedad en sus hijos, así los niños sean flacos y no tengan ningún síntoma del problema.
El estudio constató que el 87 por ciento de los menores consumía cantidades excesivas de grasas y el 40 por ciento era sedentaria.
Pero la alimentación inadecuada y el sedentarismo no explica el caso de niños de hasta tres años con tasas de colesterol muy elevadas, según los responsables por el estudio.
«El aumento del colesterol malo y la reducción del colesterol bueno es una de las causas de enfermedades cardiovasculares. Por eso es necesario una concienciación sobre la importancia de una alimentación adecuada en la infancia», afirmó Cristiane Kovacs, nutricionista del hospital Dante Pazzanese, citada en un comunicado de la institución.
«La adopción de hábitos saludables en la infancia, con una alimentación equilibrada y la práctica de ejercicios, puede ser el camino para la prevención y el control de problemas de salud en el futuro. Además, los hábitos inadecuados adquiridos a lo largo de la vida son más difíciles de ser corregidos en la fase adulta», agregó la especialista.