El juego es una parte fundamental del desarrollo de las especies, tanto que los animales que disfrutaron de una infancia de juegos, son más exitosos para encontrar pareja, en la caza y en sus habilidades sociales, apunto el doctor Gordon Burghardt, de la University of Tennessee, en su conferencia “New directions in the biological study of play” ofrecida durante el 20 aniversario del Departamento de Neuroetología.

Según el doctor Gordon, el juego es común entre humanos y animales, es más persistente durante la infancia y se ha descubierto que no sólo los mamíferos son capaces se desarrollar conductas lúdicas, ya sea entre sus semejantes, con otras especies y con objetos, sino también otras especies.

Entre las actividades más comunes de los animales durante los juegos, estos corren, brincan, simulan una pelea, se persiguen, juegan con objetos, giran y gruñen.

Estas modalidades de juego, según el doctor Gordon, se pueden dividir en juego locomotor, con objetos y social, los cuales no están separados ya que en una sola sesión de juego se combinan.

“Sabemos que los mamíferos juegan, pero ¿qué pasa con los pulpos, los reptiles, los peces o las aves?, ¿juegan?”, dijo el doctor Gordon. Según sus investigaciones, en las que se sometió a prueba a distintas especies animales del grupo mencionado, se observó que también tienen cierta capacidad para jugar con objetos y otros compañeros.

Aunque no fue sencillo, dijo, se observó que existen diferentes niveles de juego y entre más desarrollado sea el cerebro del animal, mayor complejidad, interacción social e incluso afectiva requiere el juego.

Lo interesante es observar que esta conducta es común a muchas especies, el juego es parte del desarrollo de los animales, ya que esta interacción es muy importante para el desarrollo de habilidades que se usan durante la vida adulta.

Lo mismo sucede con los humanos, cuyos juegos infantiles estimulan la imaginación, la coordinación motriz, la quema de calorías y el ejercicio de  la agilidad mental. Asimismo, durante los juegos el cerebro produce una gran cantidad de dopamina, que genera placer y una sensación de recompensa.

Sin embargo, el juego también involucra ciertos riesgos, por ejemplo, al jugar, los cachorros o niños están expuestos a los depredadores y algunos accidentes, por eso los padres deben estar al tanto.

Así que estas actividades, que a veces parecen ociosas, son más importantes para la adaptación de lo que imaginamos.

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