El telescopio espacial Planck de la ESA se apagó el 23 de octubre del 2013 tras pasar casi 4.5 años estudiando los restos de la radiación del Big Bang y la evolución de las estrellas y de las galaxias a lo largo de la historia del Universo.
Jan Tauber, científico del proyecto, fue el encargado de enviar el último comando al satélite ayer por la tarde, a las 12:10:27 UT, acto que marca oficialmente el fin de las operaciones de la ‘máquina del tiempo’ de la ESA.
Este satélite, puesto en órbita en el año 2009, estaba diseñado para analizar los débiles restos de la radiación del Big Bang – la Radiación Cósmica de Fondo (CMB, por sus siglas en inglés). La señal CMB nos muestra el Universo tal y como era unos 380.000 años después del Big Bang, y describe las condiciones iniciales a partir de las cuales se formó el Universo que conocemos hoy en día.
“Planck nos ha ayudado más que ninguna otra misión a comprender mejor la evolución del Universo”, explica Álvaro Giménez, Director de Ciencia y Exploración Robótica de la ESA.
“El mapa de la señal CMB obtenido por Planck es el retrato más preciso de la infancia del Universo, pero nuestros cosmólogos continúan analizando la gran cantidad de datos recogidos por esta misión, con los que pronto se alcanzará un nivel de detalle incluso mayor”.
Jan Tauber envió el último comando a Planck
desde ESA/ESOC el 23 de octubre de 2013
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El final de esta misión empezó a prepararse el pasado mes de agosto, cuando el satélite se apartó de su órbita operacional, en torno al punto ‘L2’ del sistema Sol-Tierra, para situarse en una órbita heliocéntrica de estacionamiento a largo plazo, más estable y remota.
A lo largo de las últimas semanas se llevó a cabo una serie de tareas para poner al satélite en modo de hibernación permanente, durante las que se agotaron sus últimas reservas de combustible y, finalmente, se apagó su transmisor.
“Nos llenó de tristeza realizar las últimas operaciones de Planck, aunque también ha llegado el momento de celebrar que esta extraordinaria misión haya concluido con éxito”, confiesa Steve Foley, Responsable de las Operaciones del Satélite Planck en el Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC) de la ESA.
“Planck era un satélite muy sofisticado con una misión muy compleja, pero gracias al magnífico trabajo en equipo de los controladores de la misión, los especialistas en dinámica del vuelo, las estaciones de seguimiento y nuestros socios de la industria, Europa ha obtenido un excelente retorno científico de la inversión realizada”, añade Paolo Ferri, Responsable de las Operaciones de la Misión.
Los Estados miembros de la ESA aportaron tecnologías clave para la misión, entre las que destaca el innovador sistema de refrigeración que permitía mantener los instrumentos de Planck a tan sólo una décima de grado por encima de la temperatura más baja que se puede alcanzar en el Universo, -273.15°C, evitando que el calor emitido por el propio satélite enmascarase la señal del firmamento. Gracias a este sistema, la misión fue capaz de detectar fluctuaciones en la temperatura de la señal CMB de tan sólo unas pocas millonésimas de grado.
Pero estas temperaturas tan extremas no se pueden mantener de forma indefinida, y el Instrumento de Alta Frecuencia (HFI) agotó sus reservas de helio líquido en enero de 2012, tal y como estaba previsto.
El Instrumento de Baja Frecuencia (LFI) era capaz de seguir trabajando a una temperatura ligeramente superior gracias a los dos sistemas de refrigeración que seguían operativos, por lo que continuó realizando observaciones científicas hasta el pasado día 3 de octubre. Tras completar sus últimas actividades, se apagó de forma manual el día 19 de este mismo mes.
El objetivo original de la misión era realizar dos observaciones del cielo completo, pero al final fue capaz de completar un total de cinco con los dos instrumentos, mientras que LFI terminó su octava a mediados de agosto.
El primer mapa de la tenue señal CMB obtenido por Planck se presentó a principios de este año, tras eliminar las interferencias provocadas por nuestra propia galaxia y por otros objetos en primer plano. Este proceso de filtrado dio como resultado un nuevo catálogo de objetos en el que destacan múltiples cúmulos de galaxias desconocidos hasta la fecha.
Esta publicación también refinó los datos sobre las proporciones relativas de los distintos ingredientes que conforman el Universo, es decir, de la materia normal de la que están formadas las estrellas y las galaxias, de la materia oscura, que hasta ahora sólo se ha podido detectar de forma indirecta a través de sus efectos gravitatorios, y de la energía oscura, una fuerza misteriosa que podría ser la responsable de acelerar la expansión del Universo.
“Planck nos presenta una nueva forma de ver la materia que compone el Universo y su proceso evolutivo, pero todavía seguimos trabajando para comprender mejor cómo se expandió el Universo desde algo infinitesimalmente pequeño a las extraordinarias proporciones que presenta en la actualidad, una cuestión sobre la que esperamos publicar más detalles el año que viene”, concluye Tauber.