La compleja maraña que se puede ver en esta imagen tomada por el observatorio espacial Herschel de la ESA desvela la distribución de polvo y gas en la Nube Molecular Tauro, una gigantesca guardería estelar situada a 450 años luz de nuestro planeta en la constelación de Tauro, el toro.
Herschel se lanzó en el año 2009 para estudiar el firmamento en las longitudes de onda del infrarrojo lejano. Durante los cuatro años que duró su misión, este observatorio desveló el brillo del polvo cósmico presente en el medio interestelar que impregna nuestra galaxia, la Vía Láctea. El polvo cósmico es un componente menor pero fundamental de la mezcla difusa a partir de la que se forman las nuevas estrellas.
Uno de los descubrimientos más destacados de esta misión fue la detección de enormes filamentos – estructuras finas y alargadas de polvo y gas que forman un tejido que surca toda la Galaxia. Antes de Herschel ya se conocían algunos ejemplos de filamentos interestelares, pero los datos recogidos por este observatorio desvelaron que estas formaciones se extendían por toda la Vía Láctea, y que jugaban un papel decisivo en el proceso de formación de las estrellas.
Los astrónomos piensan que los filamentos son fundamentales para arrancar el proceso de formación de las estrellas, ya que canalizan el polvo y el gas interestelar hacia zonas de mayor densidad, en las que la gravedad provoca el colapso y la fragmentación de los filamentos más densos en núcleos en los que se empezarán a formar las estrellas.
Esta imagen muestra una maraña de filamentos surgiendo de la nube molecular, salpicados de núcleos compactos y brillantes: las semillas de futuras estrellas. También se puede distinguir una red de hebras más finas, perpendiculares a los filamentos principales.
Este patrón podría indicar la presencia de flujos de acreción, lo que significaría que el polvo y el gas se estarían desplazando a lo largo de los filamentos, y los más grandes podrían estar extrayendo materia de su entorno. Las simulaciones numéricas del proceso de formación de estrellas en las nubes moleculares predicen una distribución similar en el medio interestelar, en la que el polvo y el gas estarían fluyendo hacia los filamentos más gruesos a lo largo de trayectorias determinadas por el campo magnético local.
Esta imagen combina los datos recogidos por Herschel en las longitudes de onda de las 160 micras (azul), 250 micras (verde) y 500 micras (rojo), y abarca unos 5° en su lateral más largo. Estas observaciones fueron realizadas como parte del Programa Clave para el Estudio del Cinturón de Gould en los años 2010 y 2012. El análisis de la estructura de los filamentos está recogido en un artículo de P. Palmeirim et al. 2013. Esta imagen fue publicada por primera vez en la página de Ciencia y Tecnología de la ESA en mayo de 2015.
(ESA)