Un grupo indígena de una etnia aún no identificada estableció en junio el primer contacto con personal de la Fundación Nacional del Indio (Funai), de Brasil, y con aborígenes de la etnia Ashaninka, en la aldea Simpatía, de la Tierra Indígena Kampa y Aislados del Alto Envira, en la frontera del estado brasileño de Acre con Perú. Dicho grupo, del cual se informó con relieve en la revista Science, puede ser tan sólo uno de varios otros de la zona que saldrían de la “condición de anonimato” durante los próximos años.
Sucede que el avance de la explotación maderera y de petróleo, además del narcotráfico y la construcción de carreteras cercanas o dentro de tierras indígenas ‒fundamentalmente del lado peruano–, pueden estar forzándolos a salir del aislamiento en la selva para acercarse a las aldeas de indios que ya están en contacto.
Este análisis estuvo a cargo de investigadores participantes de una mesa redonda sobre indios aislados en Acre realizada durante la 66ª Reunión Anual de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC) que culminó el domingo 27 de julio, en el campus de la Universidad Federal de Acre (UFAC), en la localidad de Rio Branco.
“Hay un conjunto de 10 áreas indígenas en esa región de frontera de Acre con Perú conocida como Paralelo 10, que consiste en corredores de indios aislados”, dijo Terri Vale de Aquino, antropólogo de la Coordinación General de Indios Aislados y de Reciente Contacto de la Funai y profesor de la UFAC.
“Existen muchas denuncias de casos de contactos forzados, de esclavitud y sobre todo de violencia contra los pueblos originarios en esa zona. Esto ha provocado una migración hacia Acre”, afirmó Aquino.
De acuerdo con el investigador, la construcción de una carretera de 40 kilómetros de extensión entre los ríos Muru y Tarauacá afectará a un área utilizada por la etnia Kaxinawá destinada exclusivamente a indios aislados que viven en la frontera de Acre con Perú.
“Los líderes de la etnia Kaxinawá están denunciando ante el Ministerio Público Federal que esa carretera se está construyendo sin permiso ambiental ni estudios e informes de impacto ambiental”, afirmó.
Asimismo, la distribución de lotes para la explotación de petróleo y gas en la zona está “aislando” tierras indígenas en el Alto Juruá e impactando directamente sobre los pueblos indígenas y sobre grupos aborígenes aislados de la región, sobre todo del lado peruano de la frontera, señaló.
Para agravar estos problemas, los narcotraficantes han venido explorando nuevas rutas de tráfico de drogas en la Amazonia a través del Alto Envira, un río binacional que nace en tierras peruanas y pasa por Acre, comentó Aquino.
“El narcotráfico se ha venido intensificando en el Alto Envira, y durante dos años desarticuló las bases de indios aislados del río Xinane [afluente del Envira] debido a la violencia que ejerció en la región”, afirmó. “Ese conjunto de factores presiona sobremanera a los pueblos indígenas aislados que habitan en esa región fronteriza.”
Según los investigadores, los indígenas aislados que establecieron el primer contacto el día 29 de junio en Acre también afirmaron a través de intérpretes haber sufrido actos de violencia cometidos por no indígenas en las nacientes del rio Envira, en territorio peruano.
“Esos indios aislados pueden estar huyendo de los madereros y del narcotráfico, aparte de escaparle a la explotación de petróleo y gas y a la construcción de carreteras en sus tierras”, estimó Aquino.
Presencia reciente
De acuerdo con Aquino, la presencia de pueblos indígenas aislados en Acre constituye un fenómeno relativamente reciente que se ha venido intensificando. Durante los últimos 30 años, la Funai avistó y pasó a monitorear a cuatro grupos de indios aislados del Alto Envira, pero estima que pueden existir muchos otros en la zona.
“Los integrantes del grupo de indígenas que establecieron contacto en junio relataron que hay otros grupos de indios aislados en la región –algunos aliados y otros enemigos– que ni siquiera sabíamos que existían”, dijo Aquino.
Uno de los más recientes grupos de indios aislados en el estado fue avistado por personal de la Funai en 2008 en la cabecera del río Xinane. Llegó a esa zona escapándole al avance de los madereros y del narcotráfico en sus tierras, dijo Aquino.
En tanto, otro grupo de indios aislados avistado en la cabecera del río Humaitá, en la orilla izquierda del río Envira, sobrevivió a la masacre de poblaciones indígenas durante el primer ciclo del caucho de la Amazonia, entre 1880 y 1920, durante el llamado “tiempo de los caucheros”, y resistió durante más de 100 años al primer contacto.
“Se estima que componen un grupo de aproximadamente 300 indios, y que sería el mayor entre los cuatro pueblos indígenas aislados avistados por la Funai en esa región de Acre”, dijo Aquino. “Son bastante conocidos acá en Acre incluso entre otros pueblos aislados, que creen que son hechiceros y chamanes.”
Aparte de ellos, está el grupo Mashco-Piro, conocido por su comportamiento nómada. Esta comunidad suele andar por las cabeceras del rio Madre de Dios, del lado peruano, y sus afluentes; se mueven en grupos grandes, formados por entre 100 y 150 indios.
En general, según Aquino, entran en el territorio de Acre en verano. Permanecen durante períodos de tres o cuatro días en un mismo lugar y después se marchan a otro.
“Nunca localizamos ninguna choza o claro de ese grupo de indios aislados en Acre. Se los conoce como un pueblo de la selva y se establecen acá en campamentos provisorios, compartiendo la tierra del pueblo Pano”, comentó.
Aumento de evidencias
De acuerdo con Aquino, la presencia de estos cuatro grupos de indios aislados ya identificados en Acre se constató mediante avistamientos y confrontaciones, además de la recolección de vestigios de su presencia en la zona: señales de saqueos o huellas, o por el hallazgo de utensilios tales como canastas y flechas que dejan por el camino.
Un mapeo realizado por el investigador para verificar la presencia de indios aislados en Acre durante las últimas tres décadas apuntó que la mayor cantidad de evidencias se recabó entre los años 2006 y 2013.
Del total de 231 evidencias recolectadas de la presencia de esos indios aislados en la región, 156 se hallaron durante estos últimos ocho años. Y de estos 156 indicios, 70 fueron de saqueos de herramientas metálicas, comentó Aquino.
“Esto denota que esos grupos de indios aislados están buscando fundamentalmente herramientas de metal y reemplazando las hachas de piedra por las de acero. También conocen las armas de fuego y ya están usando incluso escopetas”, comentó.
Una hipótesis que sostienen los investigadores para explicar el aumento de la cantidad de saqueos en la zona es la búsqueda de tecnología por parte de los grupos de indios aislados.
“Nos percatamos de que también hay muchas iniciativas de aproximación de esos grupos de indios aislados debido a la curiosidad por conocer y hacerse con productos industrializados”, dijo Carlos Lisboa Travassos, coordinador general de Indios Aislados y Recién Contactados de la Funai.
“Algunas de esas situaciones de contacto pueden ocasionar un riesgo muy grande para la salud de esos indios, toda vez que no poseen inmunidad contra la gripe y otras enfermedades que pueden causarles la muerte en forma muy rápida y devastadora”, destacó.
Los siete indios –cuatro muchachos, dos mujeres jóvenes y un niño– que establecieron el primer contacto a finales junio contrajeron gripe, y hubo que trasladarlos a la Base de Protección Etnoambiental Xinane, perteneciente a la Funai, para que recibieran atención médica.
Una vez concluido el tratamiento, los indígenas regresaron a sus chozas en donde se encuentran los demás integrantes del grupo. “Necesitamos prepararnos para mitigar los primeros riesgos para la salud de esos grupos ante el primer contacto, y establecer una relación franca con ellos”, afirmó Travassos.
Según Travassos, la política de protección de los indios aislados de la Funai es la del no contacto, respetando la autodeterminación de acercamiento de los pueblos. Así y todo, están previstas acciones de intervención, tales como planes de contingencia cuando un grupo indígena aislado procura hacer contacto, tal como sucedió a finales de junio.
Registro del contacto
Al iniciar la conferencia, los investigadores de la Funai exhibieron un video de algunos minutos con imágenes del primer contacto con el nuevo grupo de indios aislados, ante un auditorio compuesto por muchos indígenas de Brasil y Perú.
De acuerdo con información de los intérpretes que integraron el equipo de la Funai que estableció ese primer contacto, los indios pertenecen a un subgrupo del tronco lingüístico Pano, y su contacto y la permanencia en la zona transcurrieron en forma pacífica, pese a que los indios del grupo Ashaninka se asustaron con la aparición de estos “forasteros”. “Dijeron que su idioma es parecido al de la etnia Jaminawá, si no es el mismo”, comentó Aquino.
Según los antropólogos de la Funai, algunos de los rasgos que los diferencian de otros grupos aislados es el uso de hojas de envira (un árbol de la selva tropical) atada sobre el pene y en la cintura, en la cual llevan un facón.
Los arcos y flechas que utilizan están hechos de madera de chontaduro, y las puntas de las flechas son de taboca o tacuara (un tipo de bambú) y son bastante punzantes.