Por falta de totalidad se erigen monumentos con médanos de la voz,
se sale del espacio cuya sombra es el tiempo
en el no man’s land de los espantapájaros
que se exacerba entre las cosas y su nombre.
Luis Cardoza, Cantar de Ciegos.
Intenta escapar de la realidad a través de la rendija abierta por Dinah Washington cantando What a difference a day makes, pero es inútil y lo sabe bien. ¡Si no fuera por la realidad estaría a toda madre!, respondió recientemente a su psicoterapeuta cuando éste lo interrogó acerca de su malestar.
Y cómo podría Mané estar a toda madre si frecuentemente experimenta la sensación de vivir en un país que cada día se achica más, como en el cuento de Julio Cortázar, La casa tomada.
Hit the road, Mané, and don’t you come back no more, no more, no more, parecen cantar burlonamente los senadores que alegres y a carcajada batiente regalan en grandes trozos el territorio y las riquezas nacionales. Ni la burla perdonan. Dicen sonrientes que regalar el país al capital transnacional “te beneficia mexicano”: en algún lejano día pagarás menos por la gasolina, bueno si es que aún posees automóvil. Y si eres de los afortunados que tienen un pedacito de tierra y en el subsuelo existen yacimientos de oro, plata, gas esquisto o petróleo, ya la hiciste compatriota, pues tus tierras no serán expropiadas para regarlas a las transnacionales, sencillamente –según señala una de las leyes recientemente aprobadas por los legisladores- será declarada su ocupación temporal por alguna corporación y generosamente se te arrojarán algunas monedas por la renta. Lo bueno es que no tienes que angustiarte en decidir si te conviene o no la ocupación, ya que ésta será a webo, así que tu única preocupación será pensar en que invertirás tus rentas.
Los cambios fundamentales a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución representan dos pérdidas fundamentales: pérdida de lo estratégico y de las rentas económicas derivadas de la propiedad originaria (irrenunciable) de los hidrocarburos y del aprovechamiento de los recursos naturales para producir electricidad. Y los senadores ríen y festejan… ¿Obtendrán alguna compensación por los servicios prestados?
Tal vez nacimos bajo un mal signo, reflexiona Mané, pues la obtención de algún beneficio por parte de los operadores nativos del capital transnacional no alcanza a explicar la desmesura de estas reformas, tomando en cuenta las graves consecuencias derivadas de su aplicación, traducidas en una merma considerable a los ingresos fiscales de la nación, la expropiación de las riquezas del subsuelo, la enajenación de plantas industriales y otros bienes, la devastación ambiental, el desplazamiento de miles de mexicanos de sus lugares de origen y la cesión de una buena parte del territorio nacional. Se dice que el territorio entregado a las empresas mineras ya alcanza casi el 30 por ciento del total nacional. Y siguen las tierras que se abrirán a la extracción de gas esquisto con el método llamado fracking. Hit the road, mexicanos…
(El gran río y los arroyos afluentes, la melodía de las montañas y las selvas vírgenes son sedantes para la violencia apenas sometida por la guitarra y la canción. Las noches de serenata, holladas por pies desnudos, tenaces remontan con su hirsuta ternura agreste y el bronco meteoro del ulular del borracho.)
En su obsesión por explicarse las cosas radicalmente, es decir en su raíz, Mané considera que, en última instancia, aún no somos dueños de nuestra propia historia, sino que todavía estamos sujetos a las determinaciones que el sistema económico nos impone con la aparente fatalidad de los fenómenos naturales.
Apegándose a Marx, Mané se repite que “es necesario explicar el entronque esencial entre la propiedad privada, la avaricia, la separación del trabajo, capital y propiedad de la tierra, el entronque del cambio y la concurrencia, de la valoración y la desvalorización de los hombres, del monopolio y la competencia, etc., de toda esta enajenación con el sistema monetario… La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre; es decir, la naturaleza en cuanto no es el mismo cuerpo humano. Que el hombre vive de la naturaleza quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con el que debe mantenerse en un proceso constante, para no morir. La afirmación de que la vida física y espiritual del hombre se halla entroncada con la naturaleza no tiene más sentido que el que la naturaleza se halla entroncada consigo misma, ya que el hombre es parte de la naturaleza.” (Carlos Marx: Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Grijalbo, Colección 70. 1968)
A la luz de estas reflexiones, Mané concluye entonces que alentar en forma desmesurada –como se hace con la reforma energética- la operación de las industrias extractivas intensivas y en gran escala, como la minería a cielo abierto, la construcción de vastos sistemas de represas, la extracción de petróleo del subsuelo y de las profundidades del mar y la fracturación hidráulica para la extracción de gas (fracking) constituye una acción suicida, a la que habrá que oponerse, simplemente por supervivencia.
Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.