Representación medieval de la muerte de la papisa Juana.

Representación medieval de la muerte de la papisa Juana.


Axel Chávez

“No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños”.

Ciserón

El “Santo Padre” encabezaba una procesión desde la Basílica de San Pedro a Letrán, cuando en una calleja estrecha entre el Coliseo y la Iglesia de San Clemente,  inesperadamente cayó al suelo doblado de dolor: una franja de sangre cubrió su manto y del interior de sus piernas salió un niño que tenía enredado en el cuello el cordón umbilical. El Vicario de Cristo” había parido ante la multitud…

Ante el asombro y la rabia de la feligresía católica, apostólica y romana, el Papa, o mejor dicho Papisa, murió lapidada después de dos años, siete meses y cuatro días que duró su pontificado,  en el que ninguno de sus servidores y fieles, salvo su cómplice, el embajador Lamberto de Sanojia, con quien había sostenido encuentros sexuales y presumiblemente era el padre de producto, que también fue apedreado y muerto, se habían dado cuenta de que el Papa no tenía testículos: era una mujer.

El fragmento anterior es parte de la vieja leyenda de la Papisa, a quien le han dado el nombre de Juana, cuyo pontificado suele situarse entre los años 855 y 857, que corresponde a Benedicto III, incluso, hay quienes postulan que fue él mismo, quien siendo mujer, se disfrazó para acceder al máximo cargo político que confiere el Vaticano e incluso ocultó un embarazo.

En Pontificum et Imperatum, el cronista dominico del siglo XIII, Martín de Opava, señala que la Papisa, nacida en lo que hoy es el centro administrativo de Maiz-Bingen, Alemania, en 822, se había negado a oficializar actos públicos debido a la prontitud de su alumbramiento; sin embargo, ante la impaciencia de la población romana que murmuraba constantemente sobre la salud del Papa, se vio obligada a presidir la procesión de Corpus Chisti, ocultando su enorme vientre bajo los hábitos papales. Fue ese mismo día en el que su historia fue borrada de la iglesia tras descubrirse su sexo femenino, es por eso que no está incluido este papa en la lista de los sagrados pontífices.

“En su juventud, disfrazada de hombre, fue conducida por un amante a Atenas. Allí se hizo erudita en diversas ramas del conocimiento, hasta que nadie pudo superarla y, después, en Roma, profundizó en las siete artes liberales (trivium yquadrivium) y ejerció el magisterio con gran prestigio. La alta opinión que tenían de ella los romanos hizo que la eligieran papa. Ocupando este cargo se quedó embarazada de su cómplice. A causa de su desconocimiento del tiempo que faltaba para el parto, parió a su hijo mientras participaba en una procesión desde la basílica de San Pedro a Letrán, en una calleja estrecha entre el Coliseo y la iglesia de San Clemente. Después de su muerte, se dijo que había sido enterrada en ese lugar”[1].

Tras ese incidente, el Papa siempre evita esa calle por el aborrecimiento que le causa ese hecho, el cual, incluso, dicen innumerables artículos, aunque ninguno con referencia histórica, que la iglesia llegó a aceptar como cierto.

Existen varias versiones de la muerte de la Papisa Juana. El compilador, hagiógrafo y cronista católico Jean de Mailly afirmó en Chronica Universalis Mettensis que tras el alumbramiento, fue encadenada por la justicia de Roma por el pie a la cola de un caballo, arrastrada y lapidada por el pueblo durante media legua y su bebé fue ahogado por los sacerdotes. Posteriormente, ambos fueron enterrados en el sitio del alumbramiento[2].

Entre las variaciones que tiene esta historia, que se ha transmitido a lo largo de los siglos principalmente de manera oral, un final dice que el menor fue rescatado e incluso llegó a ser obispo de Ostia, pero no se dan más referencias de su nombre y obra.

La suplantación de Juana obligó a la Iglesia a proceder a una verificación ritual de la virilidad de los papas electos. Un eclesiástico estaba encargado de examinar manualmente los atributos sexuales del nuevo pontífice a través de una silla perforada. Acabada la inspección, si todo era correcto, debía exclamar: Duos habet et bene pendentes (Tiene dos, y cuelgan bien).

Aunque en su Enciclopedia Universal la Iglesia Católica dedica un amplio fragmento a este hecho, e incluso, además de las ya expuestas, añade otra versión (que la papisa fue una mujer muy talentosa, vestida como un hombre que llegó a ser notario de la Curia, después cardenal y finalmente Papa y que un día salió a montar y en esa ocasión dio a luz un hijo), niega que esta “leyenda” tenga veracidad, ya que argumenta que los tiempos no coinciden con un papado femenino, y que no hay pruebas históricas que lo argumenten.

“En la historia de los papas no hay lugar en donde encaje esta figura legendaria. Entre León IV y Benedicto III, donde Martinus Polonus la coloca, no es posible insertarla porque León IV falleció el 17 de julio del año 855 e inmediatamente después de su muerte Benedicto III fue elegido por el clero y por el pueblo de Roma, y unos emisarios fueron enviados para obtener la ratificación del decreto de elección al Emperador Lotario y a Luis II. Pero los enviados traicionaron la confianza depositada en ellos y se dejaron influenciar a favor del ambicioso y excomulgado Cardenal Anastasius, quien fue considerado incluso un antipapa.

La misión imperial trató de conciliar procurando que Anastasio fuera aceptado por la Iglesia Romana. Benedicto fue insultado y tomado prisionero. La mayoría del clero y el pueblo, sin embargo, permanecieron fieles al Papa y la misión tuvo que ceder. Por eso es que transcurren más de dos meses entre su elección y su consagración solemne, el 29 de septiembre o el 6 de octubre del año 855[3].

A la fecha, existen múltiples obras plásticas, literarias y cinematográficas que abordan el tema, entre ellas La papesse Jeanne, del escritor Alain Boureau de 1993 y la Pontífice, de 2009, dirigida por el alemán  Sönke Wortmann.

 

Lo cierto es que nadie ha podido comprobar si hubo un Papa que gobernó aun siendo mujer.

 

 


[1] Arturo Ortega Blake (México – 2005). La papisa Juana (Ioannes Angelicus, La mujer que se convirtió en Papa) (ISBN 978-970-810-156-1.

[2] Ibídem

[3] The Catholic Encyclopedia, Volume I, Copyright © 1907 by Robert Appleton Company

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