A finales del siglo XV, tanto los traductores como los estudiosos precisaban de una Biblia en los idiomas originales y una traducción latina mejorada, lo que observó el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, político y consejero espiritual de la reina Isabel I de España, y quien decidió satisfacer estas necesidades con una sola publicación, lo que inició a partir de 1502.
El esfuerzo 10 de enero de 1514, en los talleres alcalaínos del impresor Arnao Guillén de Brocar, veía la luz el primer volumen de la Biblia Políglota Complutense, obra magna del humanismo español. cristiano del Renacimiento y el mayor monumento tipográfico de la imprenta española de la época.
Era la primera vez que se afrontaba un proyecto de estas características: una edición impresa de la Biblia que presentara los textos originales del Antiguo y Nuevo Testamento junto con sus versiones antiguas. En una misma página, el texto hebreo del Antiguo Testamento estaba acompañado por la Vulgata latina y por las versiones griega Septuaginta (con traducción latina interlineal) y aramea del Targum (con versión latina al margen). El texto griego del Nuevo Testamento, por su parte, se editaba junto con la Vulgata. A los cinco volúmenes que cubrían todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, se añadió un sexto que contenía un diccionario hebreo-latino y una breve gramática de la lengua hebrea, instrumentos que promovieron enormemente los estudios bíblicos.
Cuando en julio de 1517, pocos meses antes de su muerte, cuando la impresión de la Biblia estaba completa, y el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros recibió el último volumen de la Políglota, recién salido de la imprenta, exclamó palabras de su orgullo por lo que consideró su mayor y mejor empresa: “Aunque hasta el presente he llevado a cabo muchas empresas duras y difíciles por la nación, nada es más de mi agrado, por lo que debáis felicitarme con más efusión, que por esta edición de la Biblia”.
Y eso que unos años antes había fundado la Universidad de Alcalá, en torno a la cual reunirá a los mejores exégetas y filólogos, empresa para la cual en 1499 se recibió la bula papal que autorizaba al Cardenal a fundar unos estudios superiores en dicha ciudad con la facultad de otorgar grados. En 1509 se comenzó a impartir clases, siendo el Colegio Mayor de San Ildefonso el principal centro de enseñanza, al que se fueron uniendo otros colegios menores.
Unos años antes del comienzo de la actividad docente, en 1502, el Cardenal empezó a organizar los trabajos para realizar una obra ingente y única hasta entonces, la primera Biblia políglota, monumento de la erudición filológica del saber humanista del Renacimiento.
Su elaboración fue encargada por el cardenal Cisneros a la Universidad de Alcalá a principios del siglo XVI. Para el Cardenal Cisneros el publicar una Biblia con los textos en sus lenguas originales se había convertido en una empresa necesaria.
Los trabajos preparatorios se iniciaron con la búsqueda de los textos sagrados, para lo cual el cardenal Cisneros compró o pidió prestados antiguos y valiosos códices latinos, caldeos, hebreos y griegos, lo cual de entrada le requirió una gran inversión. Algunos de estos códices han sobrevivido a los siglos y son custodiados en la actualidad en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid.
El siguiente paso fue reunir a un grupo de sabios colaboradores, muchos de los cuales serían también profesores en Alcalá. En el proyecto participan los mejores teólogos de la época, entre los cuales están Diego López de Zúñiga, los conversos Alonso de Alcalá, Pablo Coronel y Alfonso Zamora, el cretense Demetrio Ducas y Hernán Núñez de Toledo “el Pinciano”, y hasta Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática del español.
En 1510 el Cardenal se pone en contacto con el tipógrafo Arnaldo Guillén de Brocar asentado por entonces en Logroño. Su trabajo resultó determinante para el éxito y la fama alcanzados por la obra, por lo óptimo del arte y la habilidad de un impresor como Brocar, por el sencillo diseño de sus limpios y bellos tipos, la admirable maquetación y la extraordinaria corrección tipográfica, la esmerada estampación y la intensísima y lúbrica tinta negra; todo esto hizo de la Biblia Políglota Complutense una de las obras más bellas del siglo XVI.
La obra se estructuró en seis volúmenes en folio, todos con portada a dos tintas con el escudo de armas del cardenal Cisneros rodeado de una orla renacentista. Los primeros cuatro volúmenes correspondientes al Antiguo Testamento se hallan impresos en hebreo, latín de la Vulgata y griego en la versión de los Setenta con traducción latina interlineal. En el Pentateuco se incluye además el Targum arameo de Onqelos, con su correspondiente traducción latina. El volumen V recoge el Nuevo Testamento, con texto en griego y latín de la Vulgata, e incluye un diccionario griego-latino. El volumen VI contiene un vocabulario hebreo-caldeo con explicación latina de cada término, un índice de nombres propios latinos con su correspondencia en hebreo o griego, y una breve gramática hebrea.
El primero de los volúmenes impresos, el volumen V correspondiente al Nuevo Testamento griego, se terminó el 10 enero de 1514.
Sin embargo, no fue publicada hasta unos años más tarde, a la espera de completar todos los volúmenes de la Políglota (terminados el 10 de Julio de 1517), pero no pudieron salir a la venta por una serie de circunstancias adversas, la primera de las cuales fue la muerte del cardenal Cisneros el 17 de agosto de ese año.
Esto posibilitó que la edición del Nuevo Testamento griego de Erasmo de Rotterdam, publicada en 1516, se llevará el título de editio princeps, consiguiendo, además, un privilegio exclusivo de 4 años de publicación de parte del emperador Maximiliano I de Habsburgo y del Papa León X. La edición de Erasmo, basada en manuscritos de baja calidad, se convirtió desde entonces, y por más de dos siglos, en el textus receptus.
Con esto el Nuevo Testamento griego de esta Biblia fue el primero impreso (1514) pero no el primero publicado, quedando esa marca para el de Erasmo en 1516. Pero en cambio si fue la primera publicación impresa del texto griego de los Setenta, primera publicación impresa del Targum Onquelos y la primera Biblia políglota completa. Y serviría de modelo para la segunda Biblia políglota, la denominada Biblia Regia, impresa por Plantino en Amberes, entre 1569 y 1573.
La Políglota de Alcalá consiguió el placet. o aprobación, de Roma hasta 1520, por parte del papa León X, por lo cual en 1521 cuando comenzó la venta, a seis ducados y medio de oro, de los 600 ejemplares editados en papel y 6 en vitela, per fue hasta 1522 que comienza su distribución efectiva.
Una anécdota que recoge Alvar Gómez de Castro, cronista del Cardenal, refleja bien el ambiente que tiene que afrontar la Políglota. Estando Antonio de Nebrija en Burgos se le acercó un religioso y le preguntó por “los que se atreven a corregir los libros sagrados y a enmendar la plana al Espíritu Santo”, en clara referencia a la iniciativa de Cisneros. Nebrija, principal colaborador del Cardenal, respondió: “Aquí no queremos enmendar la plana al Espíritu Santo, si no limpiar la que el Espíritu Santo escribió de las manchas y borrones con que la han afeado libreros y copistas. Con ese intento ha reunido aquí el Arzobispo de Toledo, Francisco Ximénez, unos cuantos hombres, que con el cuidado y respeto que piden estas cosas procuran devolverles su antiguo esplendor”. Entonces intervino airado el religioso y exclamó: “Y para eso han escogido un judío, un hereje y un energúmeno…”, aludiendo a Pablo Coronel (judío converso), Antonio Nebrija (dado a corregir la venerable Vulgata) y López de Zúñiga (un empedernido polemista).
La polémica no era gratuita. En un contexto histórico y geográfico dominado por la edición latina de la Vulgata, el proyecto de Cisneros introduce una gran novedad: el deseo de volver a las fuentes, es decir, a los textos originales, en hebreo y griego. No en vano, la Políglota de Alcalá se ha comparado con las Hexaplas de Orígenes (que, en el siglo III d.C., confrontaban el texto hebreo del Antiguo Testamento con las diferentes versiones griegas en curso) o con el movimiento de vuelta a la Hebraica Veritas que supuso la Vulgata de san Jerónimo (siglo IV).
La Políglota Complutense supuso, además, un gran avance en las técnicas de imprenta, debiendo estampar en varias lenguas. De hecho, con esta ocasión fueronlabrados los primeros caracteres que hubo en el mundo de hebreo y griego. Por encima de todo, sin embargo, destaca la expresa voluntad didáctica del proyecto:abrir el tesoro de las Escrituras a los que no conocían las lenguas originales. Prueba de ello son las versiones latinas que acompañan a los textos griego y arameo (la Vulgata se concebía como la traducción latina del texto hebreo), así como el aparato marginal que acompaña la columna hebrea, en el que se presentan las raíces hebreas para facilitar, con la ayuda del diccionario, la traducción del texto en lengua original. A todo ello se añade el deseo de Cisneros de que sus colaboradores compaginaran su trabajo con la enseñanza de las lenguas y otras materias en la Universidad.
(Con información de la Universidad Complutense, Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla)