Cygnus (el ‘Cisne’) es una de las constelaciones más fáciles de reconocer en el hemisferio norte. Durante los meses de verano se puede ver sobre el horizonte, con su largo cuello alineado con la Vía Láctea y sus alas abiertas a cada lado.
El río de estrellas de la Vía Láctea desaparece en las longitudes de onda del infrarrojo lejano para desvelar impresionantes tirabuzones de polvo frío. Esta imagen, tomada por el observatorio espacial japonés Akari, muestra las abundantes reservas de polvo de nuestra Galaxia en la región central deCygnus.
Este polvo forma parte del medio interestelar. Las imágenes infrarrojas revelan su distribución, y nos permiten identificar las regiones en las que se están formando nuevas estrellas en el interior de la Vía Láctea.
La banda del infrarrojo lejano es fundamental para investigar el proceso de formación de las estrellas y los planetas. El medio interestelar se va aglutinando bajo la acción de su propia gravedad hasta formar gigantescas nubes moleculares de cientos de años luz de diámetro. Las estrellas y los planetas se empezarán a formar en el interior de sus grumos más densos, conocidos como núcleos moleculares y con una extensión de varias decenas de años luz.
Las imágenes tomadas por Akari, como la que se muestra aquí, son las únicas que permiten a los científicos estudiar la gran nube molecular en su totalidad, y con la resolución suficiente para distinguir los núcleos moleculares.
Esta imagen de falso color abarca 20×15° y combina los datos tomados en tres longitudes de onda en la banda del infrarrojo lejano: 65 micras (azul), 90 micras (verde) y 140 micras (en rojo). Estos datos forman parte del estudio del cielo completo de Akari, publicado recientemente.
Esta misión observó más del 99% del firmamento a lo largo de 16 meses. Sus imágenes tienen una resolución de 1-1.5 minutos de arco y cubren cuatro longitudes de onda: 65, 90, 140 y 160 micras.
Akari era un proyecto de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) con una importante participación de la ESA.
(ESA)