Se sabe que los elefantes africanos pueden comunicarse y conversar mediante vocalizaciones extremadamente graves, llamadas infrasonidos, a lo largo de distancias kilométricas. Estos infrasonidos ocupan un rango de frecuencia muy bajo, menor a los 20 hertz, o ciclos, por segundo, lo cual está por debajo del umbral de audición humana.

Ahora, un nuevo estudio muestra que los elefantes dependen del mismo mecanismo que produce el habla en los humanos (y las vocalizaciones de muchos otros mamíferos) para alcanzar esas notas extremadamente bajas. Christian Herbst de la Universidad de Viena, junto con colaboradores de Alemania, Austria y los Estados Unidos, usó la laringe de un elefante recién fallecido para recrear algunos infrasonidos de este animal en un laboratorio. Sus hallazgos se publicaron en el journal Science.

 “Estas vocalizaciones se llaman infrasonidos porque su frecuencia fundamental se halla debajo del rango de la audición humana. Sólo oímos los armónicos de dichos sonidos, es decir, aquellos sonidos o múltiplos de la frecuencia fundamental. Si las cuerdas vocales de un elefante, juntas, produjeran un sonido a 10 hertz, percibiríamos alguna energía en sonidos a 20, 30, 40 Hz y así. Pero estos sobretonos más agudos son usualmente más débiles en amplitud”, explicó Herbst.

Hasta ahora, los investigadores se han preguntado si estos bajos, retumbantes infrasonidos de los elefantes eran creados por contracciones musculares intermitentes, como las que generan el ronroneo de un gato, o inducidas por un flujo de vibraciones de cuerdas vocales, alimentadas por aire de los pulmones, tal como la voz humana. Pero la muerte natural de un elefante en un zoológico  de Berlín le dio a Herbst y a sus compañeros una relativamente afortunada oportunidad de estudiar el mecanismo de primera mano.

Los investigadores removieron la laringe del elefante y la congelaron pocas horas después de la muerte del animal. La llevaron al laboratorio dedicado al estudio de la laringe en el Departamento de Biología Cognitiva en la Universidad de Viena, donde Tecumseh Finch, autor principal del artículo de Science, la estudió a profundidad.

Herbst y los otros investigadores imitaron los pulmones del elefante insuflando flujos controlados de aire húmedo y caliente a través de la laringe removida, mientras ajustaban las cuerdas vocales del animal a una posición fonatoria, es decir, capaz de vocalización. De este modo, los científicos fueron capaces de conjugar las cuerdas vocales con una vibración periódica de baja frecuencia que igualaba el infrasonido de un elefante de manera perfecta.

El hecho de que hayan podido duplicar los infrasonidos en el laboratorio demuestra que dicho animal dependen de un modo de hablar mioelástico aerodinámico, es decir, generado por un flujo de aire, para comunicarse en estado salvaje. El otro método posible, la contracción muscular, tendría que haber sido controlado por el cerebro.

El mecanismo dependiente del flujo es probablemente usado por una amplia gama de animales, como los murciélagos. Los investigadores también descubrieron que ciertos fenómenos no lineales, es decir, patrones irregulares de sonido como los que se presentan en un grito, también parecen ser idénticos a los de los seres humanos. 

 

Bibliografía

 

C. T. Herbst, A. S. Stoeger, R. Frey, J. Lohscheller, I. R. Titze, M. Gumpenberger, W. T. Fitch. “How Low Can You Go? Physical Production Mechanism of Elephant Infrasonic Vocalizations”(2012). Science.

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