Este año la lluvia de estrellas más famosa, las Perseidas o ‘Lágrimas de San Lorenzo’ tendrá otra vez su máximo de actividad durante el día, pero podrá observarse con mayor intensidad cuando anochezca el próximo lunes 12 de agosto, con la ventaja además de que este año el brillo de la Luna no interferirá con su observación, porque estará en fase creciente y se ocultará en el momento en el que se comience a ver los meteoros.

La mejor forma de observarlas es a simple vista, sin prismáticos ni telescopios, una vez que su radiante (zona del cielo de la que parece proceder la lluvia por un efecto de perspectiva) salga sobre el horizonte en dirección Noreste, más concretamente en la constelación de Perseo.

Este año será visible con más intensidad desde el anochecer del 12 de agosto hasta el amanecer del 13 de agosto, y su visibilidad promedio se dará entre las 22:30 y 4:30 horas, pero la mayor intensidad se espera entre las 3 y 4 de la mañana, desde cualquier punto que se le observe, aunque su visibilidad será mayor en el hemisferio norte del planeta.

De hecho, el nombre de Perseidas se debe a que su radiante se encuentra en esa constelación.

Las llamadas ‘estrellas fugaces’ son en realidad pequeñas partículas de polvo de distintos tamaños, algunas menores que granos de arena, que van dejando los cometas a lo largo de sus órbitas alrededor del Sol.

Cuando un cometa se acerca a las regiones interiores del sistema solar, su núcleo, formado por hielo y rocas, se sublima debido a la acción de la radiación solar y genera las características colas de polvo y gas. La corriente de partículas resultante se dispersa por la órbita del cometa. Cuando la Tierra atraviesa éste manto, las partículas de polvo se desintegran al entrar a gran velocidad en la atmósfera terrestre, creando los conocidos trazos luminosos que reciben el nombre científico de meteoros.

La fama de las Perseidas se debe a que tiene una tasa de 100 meteoros por hora (aunque en algunas ocasiones se han observado hasta 560), los cuales son tan brillantes como Venus o Júpiter, por su tamaño al ingresar a la Tierra, el cual se debe al cometa progenitor, el Swift-Tuttle.

Cruce con la órbita de Swift-Tuttle

Cada año por estas fechas nuestro planeta cruza la órbita del cometa Swift-Tuttle, que tiene un período de 133 años y que pasó cerca del Sol por última vez en 1992. El cometa Swift-Tuttle tiene un gran núcleo de unos 26 km de diámetro. La mayoría de los otros cometas son mucho más pequeños, con núcleos de pocos kilómetros de diámetro. Como resultado, el cometa Swift-Tuttle produce una gran cantidad de meteoritos, muchos de los cuales son lo suficiente grandes como para producir bólidos.

Cuando una de estas partículas, que formaron en su día la cola del cometa, entra en la atmósfera terrestre, la fricción la calienta hasta vaporizarla a gran altura, unos 100 km, y en su descenso alcanzan velocidades de 1,200 kilómetros por hora. Durante unos segundos, la partícula brilla como si fuera una estrella, y por eso este fenómeno recibe el nombre popular de «estrella fugaz». No se trata por tanto de una estrella, sino de una partícula de polvo incandescente.

La lluvia de meteoros que se produce suele tener su máxima actividad entre el 12 y 13 de agosto, como este año, aunque el fenómeno es apreciable en menor intensidad desde la segunda mitad de julio hasta finales de agosto.

Lo ideal para observar las Perseidas es encontrar un lugar oscuro, apartado de las ciudades, con una vista aérea abierta que posibilite avistar las estrellas fugaces cada un minuto como promedio.

El primer registro de las Perseidas proviene de China en el año 36 de nuestra era; posteriormente en los siglos VIII, IX, X, y XI provenientes de China, Corea y Japón vuelven a constatar la ocurrencia de las Perseidas.

Notas relacionadas: La mayor lluvia de estrellas de este año, el 12 de agosto

Los comentarios están cerrados.