Los estudios científicos que calculan las emisiones de gases contaminantes provocadas por la desforestación de la Amazonía ignoran indebidamente las provocadas por los árboles que mueren naturalmente o son derribados por tempestades, según un estudio de investigadores brasileños, divulgados el miércoles.

     Los llamados balances de carbono de la Amazonía, es decir los estudios que calculan los volúmenes de dióxido de carbono absorbidos o emitidos por la mayor selva tropical del mundo, se basan exclusivamente en mediciones de las grandes áreas que son taladas y que pueden ser avistadas en imágenes de satélite.

     El estudio de los investigadores del estatal Instituto Nacional de Pesquisas de la Amazonía (INPA) demostró que dichos cálculos ignoran indebidamente los árboles que mueren o que son derribados por tormentas en el medio del bosque y que no pueden ser vistos por los satélites.

     Tales árboles representan entre el 9,1 y el 16,9 por ciento de la cobertura vegetal que pierde la Amazonía, por lo que son menospreciados en los cálculos de balance de carbono, según el estudio del INPA, cuyos resultados fueron destacados en un artículo publicado en la ultima edición de la revista científica estadounidense PNAS.

     En el estudio participaron cinco investigadores del área de Ciencias de Florestas Tropicales del INPA y el estadounidense Jeffrey Chambers, del Laboratorio Nacional de Berkeley (EEUU).

     El estudio se basó en análisis realizados en un área de cerca de 1.500 kilómetros cuadrados de selva próxima a Manaos, la mayor ciudad de la Amazonía.

     Los investigadores contabilizaron la vegetación perdida en el área con la ayuda de una serie histórica de cerca de 20 años de imágenes de satélite y mediante inspecciones en el local para contabilizar árboles muertos dentro de la jungla.

     Además de recoger los datos sobre árboles talados o muertos, los investigadores desarrollaron un modelo de simulación para poder extrapolar los resultados a otras áreas.

     Según los investigadores, «para entender el papel de la floresta amazónica en los intercambios gaseosos entre biosfera y atmósfera, las informaciones tiene que tener escala espacial y temporal, y no hay cómo entender ese papel sin una combinación de trabajos de campo y de vigilancia remota (satélite)».

     Los autores del artículo admiten que las imágenes de satélite son capaces de cubrir grandes áreas, pero alegan que no ofrecen la precisión necesaria.

     «Ante los cambios climáticos globales, la Amazonía tiene que prepararse para las necesarias adaptaciones. Para eso es necesario dimensionar las debilidades de la región cuando es sometida a eventos catastróficos como tempestades severas y sequías prolongadas, así como de las intervenciones del hombre», alegó el especialista Niro Higuchi, investigador del INPA.

     «Como es muy probable que los cambios climáticos sigan causando tempestades y sequías cada vez más intensas en el presente y en el futuro, es imprescindible entender los efectos de las mismas sobre las selvas tropicales», asegura el estudio.

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