Washington (EFE).- Un equipo internacional de científicos halló bacterias que sobreviven, con un metabolismo extremadamente lento, en sedimentos bajo el fondo del océano que datan de 86 millones de años, informó esta semana la revista Science.
Algunos de estos organismos, que viven a unos 30 metros de profundidad en el suelo del océano Pacífico y lejos de la luz del sol y nutrientes frescos, podrían tener unos mil años de edad, o quizá millones, según los investigadores.
«Las comunidades de microbios pueden subsistir en la profundidad de los sedimentos marinos sin un suministro fresco de materia orgánica durante millones de años», afirmó el equipo, encabezado por Hans Roy, de la Universidad Aarhus, en Dinamarca.
Estos organismos se han adaptado a existir en un sitio con recursos tan escasos aminorando su metabolismo hasta el punto de que pueden nutrirse de cantidades exiguas de oxígeno y una dieta ínfima de materia orgánica.
«Estos organismos viven con tal parsimonia que, cuando los observamos con nuestra escala del tiempo, es casi una animación suspendida», agregó Roy.
«La lección principal es que tenemos que dejar de considerar la vida exclusivamente de acuerdo con nuestra escala del tiempo», añadió.
La investigación tiene connotaciones, asimismo, para los científicos que buscan formas de vida en otros planetas y galaxias, donde existen condiciones ambientales que se consideran inhóspitas para la Tierra.
El equipo de Roy navegó hasta un lugar en el Pacífico entre el ecuador y la latitud 30 Norte y las longitudes 140 y 155 Oeste, lejos de las masas continentales más grandes, y, de esa forma, apartado del polvo arrastrado por el viento o los sedimentos movidos por las corrientes marinas.
De esta forma se aseguraron que el fondo marino sería, esencialmente, un desierto sobre el cual ha caído muy poca materia orgánica.
Los científicos no se sorprendieron mucho cuando encontraron más microbios en la capa superior de los sedimentos que en el fondo, pero incluso en el extremo inferior de las muestras extraídas, en una arcilla roja que no había estado expuesta al oxígeno, la luz solar o materiales nutrientes desde el período cretáceo, hallaron bacterias vivas.
«Esos microbios no han recibido nutrientes desde que los dinosaurios caminaban por este planeta», dijo Roy, y subrayó que «las bacterias que sobreviven allí son las que han sido capaces de subsistir con la cantidad mínima de alimento».
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