Titulado como ingeniero químico por la Universidad de Guadalajara, Carlos Vaca García realizó estudios de posgrado en el Instituto Nacional Politécnico (INP) de Toulouse, Francia, y como tesis de doctorado llevó a cabo un proyecto del que se han derivado cinco patentes para la empresa patrocinadora del desarrollo y cuya tecnología se ha transferido a una entidad en China en una cantidad considerable de euros.
“Cuando llegué a Francia, hace 22 años, se me propuso como tesis de doctorado un proyecto cuyo objetivo era hacer reaccionar a la celulosa con cuerpos grasos, en esta caso aceite vegetal, pero con la indicación de que en los procesos se emplearan tecnologías verdes.
“Los resultados obtenidos llamaron la atención de diversos industriales, pues se les mostró una tecnología que hace reaccionar a la madera con aceite vegetal, cuya superficie no cambia de color y se torna ligeramente grasosa, pero le brinda protección por 120 años”, describe su incursión científica en Francia el doctor Vaca García.
Lo siguiente fue que la empresa más importante en ese país fabricante de puertas, ventanas y otros muebles de madera brindó financiamiento al proyecto y en 2008 construyó una nave industrial de 8 mil metros cuadrados para su producción en serie. Los productos se ofrecían con la garantía de no necesitar mantenimiento durante 30 años.
Por el desarrollo del científico mexicano, la empresa maderera concretó cinco patentes y obtuvo varios reconocimientos, uno de ellos en 2008 como la innovación del año por la agrupación de industrias de química verde de Francia. En 2012 la tecnología se vendió a industriales en China.
Vaca García explica que si bien la empresa garantiza sus productos por 30 años, en el laboratorio se hicieron pruebas aceleradas de simulación de exposición a la intemperie en las que se segura protección a la madera durante 120 años, a petición del propio fabricante.
Valor reconocido
El siguiente paso en la trayectoria profesional del químico mexicano fue el nombramiento en 2011 como director del Laboratoire de Chimie Agro-Industrielle, en Francia, institución cuyo presupuesto anual asciende a tres millones de euros, financiados principalmente por la iniciativa privada. La institución científica se dedica principalmente a realizar productos químicos, materiales o energía para la industria, donde la materia prima es un campo de maíz, microalgas o bien desechos de la industria alimentaria, es decir, a partir de biomasa.
“El aprovechamiento principal de la industria alimentaria, para la que se hacen disolventes, productos químicos, pegamentos, moléculas químicas y materiales, entre otros desarrollos, empleando la biomasa.
“La investigación científica en Francia es apoyada por la industria principalmente, de manera que los proyectos del instituto son propuestos y financiados por el sector privado. El 75 por ciento de las investigaciones en nuestra institución son en esa índole, y el 25 restante son autofinanciados para explorar en proyectos con riesgo tecnológico más alto, y donde la industria no se interesa en invertir”, detalla el especialista, cuya gestión directiva culminó en diciembre de 2015, para asumir desde entonces como asesor del nuevo director.
El laboratorio cuenta con una plantilla de 33 investigadores pagados por el gobierno, más otros 30 de nivel doctorado financiados por proyectos del sector privado, varios de ellos enfocados a la industria textil y a la del papel.
Detalla otro ejemplo de estudio científico llevado a cabo en el laboratorio de especialidades: Una compañía de la industria alimentaria muy grande en Francia solicita investigación para el aprovechamiento de los desperdicios de vegetales de sus procesos industriales, mismos que por mucho tiempo fueron destinados como alimento al ganado. Este uso se suspendió por la modificación a la legislación correspondiente y los restos alimentario se incrementaron, de manera que se significaron en pérdidas económicas y en la generación de contaminantes al ambiente.
“Nos pidieron encontrar la forma de aprovechar la materia de desperdicio, y se creó un proceso en que la materia se fracciona y se separan las moléculas de interés, por ejemplo, de la cáscara de chicharos (vaina) hay moléculas muy interesantes. Se purificaron, se aplicaron diversos procesos químicos y se obtuvo una masa de muy poco valor agregado pero que se pudo convertir en compuestos para la industria cosmética y en un bioplástico sustituto de poliestileno, con la cualidad de ser degradable. Ahora la empresa obtiene más ganancias de los derivados de desechos agrícolas que del procesamiento de productos alimenticios”.
El doctor Vaca García es profesor titular en el INP; en 2006 ha sido galardonado con el reconocimiento a la Innovación de la Región Midi-Pyrénées, Francia, y en 2007 con el premio Pierre Portier a la innovación en la química industrial para el medio ambiente, en el mismo país.
El trabajo científico por el que ha sido reconocido Carlo Vaca García se presentó en abril de 2016 en Guadalajara, Jalisco, durante el foro Innovation Match (IMMX) 2016, organizado por el Centro Kappa de Conocimiento S. C.
Sobre su experiencia en el evento señala: “IMMX es una extraordinaria idea. Nos puso en contacto a mexicanos que no nos conocemos pero tenemos líneas de investigación en común, colegas afines no sólo por la cultural y lingüística, y eso fue muy provechoso”.