Si buscamos la definición de ‘resaca’ en la Real Academia Española de la lengua, el mal cuerpo que le deja a uno la ingesta excesiva del alcohol no aparece hasta la tercera posición. Antes se encuentran el movimiento en retroceso de las olas después que han llegado a la orilla y el limo o residuos que el mar o los ríos dejan en la orilla después de la crecida.
No deja de ser curioso, pues este cuadro de sufrimiento tan “mísero”, según lo califica Joris C. Verster, investigador de la Universidad de Utrecht (Holanda) y reconocido experto mundial en la materia, “lo experimenta el 80% de la población mundial al menos una vez a lo largo de un año”, explica a SINC el científico.
“La resaca tiene importantes efectos socieconómicos, pues disminuye la eficiencia del trabajador y aumenta sus conflictos interpersonales, y también incrementa el riesgo de accidente laboral”, detalla Gemma Prat, investigadora de la Escuela de Psicología de la Universidad de Barcelona.
Pese a la enorme incidencia sobre la población, la resaca ha recibido muy poca atención científica comparada con otras ‘molestias’. Por ejemplo, si se busca ‘calvície’ en Google, el resultado es de 10.800.000 entradas, mientras que la búsqueda en Pubmed (el buscador de los científicos) da 15.473. En Google de nuevo, resaca da 73.200.000 citas y en Pubmed, en cambio, 456. Compare.
Con la esperanza de desentrañar sus causas y consecuencias se creó, en 2009, el grupo de Investigación de la Resaca Causada por el Alcohol (Alcohol Hangover Research Group, AHRG). “La resaca se da cuando los niveles de alcohol en sangre bajan a cero”, señala Verster. Pero si ya no hay tóxicos en el cuerpo, ¿por qué ese cansancio, sed, mareos, escalofríos, debilidad, tembleque, falta de memoria, dolor de cabeza y hasta 39 síntomas más?
No se debe a la popular deshidratación
Ningún estudio ha dado con la causa de la resaca. Sí se sabe que no es debida ni a la deshidratación –que, aunque ocurre, no es causal–, ni a alteraciones en hormonas, electrolitos, cortisol, glucosa, cuerpo cetónicos, triglicéridos ni lactato. Investigaciones relativamente recientes, revisadas en 2010, sugieren que la severidad del malestar sí está relacionada con factores inmunológicos.
“Es importante recalcar que el fenómeno de resaca y el de deshidratación debido al alcohol no son lo mismo –afirma Verster–. Una resaca se puede experimentar tras una sola sesión de toma de alcohol, mientras que la deshidratación requiere de un consumo prolongado, generalmente de varios días”. Además, el experto explica que la resaca dura unas 20 horas mientras que la deshidratación por alcohol es más larga, tiene un patrón hormonal distinto y puede producir alucinaciones y convulsiones.
La teoría inmunológica como origen de la resaca se basa en que el alcohol activaría las señales de alarma del cuerpo liberando citoquinas, que serían las moléculas responsables del dolor de cabeza y el malestar tan parecido al de cuando estamos enfermos. Estudios con animales y humanos demuestran que tras una infusión de citoquinas los individuos experimentan dolor de cabeza, náuseas, vómitos, aplatanamiento y otros síntomas típicos de este malestar. Otro fenómeno que cuadra con esta teoría es la falta de memoria: “las ‘lagunas’ son una consecuencia conocida de la activación del sistema inmunológico”, explica Verster.
Mitos y leyendas
En realidad, la resaca es como un puzle donde intervienen muchas piezas: el consumo de tabaco y otras drogas, la edad y el género pueden influir en que usted jure al día siguiente que no volverá a beber nunca más. Pero ¿hay bebidas que dan más resaca que otras? ¿Es cierto que la resaca es peor si ‘mezclas’? La respuesta está en los congéneres.
”Los congéneres son moléculas orgánicas tóxicas propias del proceso de elaboración del alcohol y que le confieren color y sabor”, cuenta en su investigación Damaris Rohsenow, científico de la Universidad de Brown (EE UU). El whisky americano tiene 37 veces más congéneres que el vodka, y en un estudio publicado en la revista Alcoholism Clinical & Experimental Research (2010), Rohsenow y su equipo demostraron que la resaca que causa el whisky es mucho peor que la del vodka.
Aunque el origen del malestar del día siguiente sigue siendo principalmente el etanol de las bebidas alcohólicas, los congéneres influyen en la severidad de los síntomas. De más a menos, las bebidas con peor resaca son el brandi, el vino tinto, el ron, el whisky, el vodka, la cerveza y el zumo de naranja mezclado con etanol puro.
El ‘garrafón’ es alcohol de menos calidad y tiene más congéneres, por lo que es cierto que da más resaca. Al combinar distintos alcoholes, los congéneres a los que se expone el cuerpo son más y más variados, así que es verdad: ‘mezclar’ da peores resacas.
De todas estas sustancias la más estudiada es el metanol. Este congénere es procesado por la enzima alcohol deshidrogenasa (ADH) en dos metabolitos muy tóxicos: ácido fórmico y paraformaldehido. Pero esta ADH tiene especial afinidad por el etanol, así que solo cuando acaba de procesarlo se pone manos a las obras con el metanol. Por eso este congénere se postula como candidato a provocar los síntomas de la resaca una vez no hay etanol en el cuerpo.
“Esta es la explicación de por qué un pequeño consumo de alcohol durante la resaca hace que disminuyan los síntomas de malestar”, explica Verster. La ADH deja de producir metabolitos tóxicos, pero el alivio es solo temporal y se acumula más metanol para más tarde. Este consumo de día siguiente en inglés recibe el nombre de Hair of the dog drinking y hasta existe un cóctel que lleva su nombre, aunque, si no se tienen a manos los ingredientes, sus creadores recomiendan un Bloody Mary. Insensatos.
A contar ovejas
Otro de los factores que no se deben olvidar es que normalmente, la resaca va acompañada de falta de sueño. No solo porque el día anterior se haya trasnochado, sino “porque el consumo de alcohol afecta a la calidad del reposo”, afirma Gemma Prats desde la Universidad de Barcelona.
“En dosis pequeñas el alcohol reduce el tiempo de latencia e incrementa las horas totales de sueño –explican en su investigación Rohsenow y su equipo–. Pero no en dosis altas”. Los efectos del alcohol sobre el sueño son distintos durante una primera fase, en la que se está metabolizando el etanol, y una segunda, cuando se está eliminando. “Es en esta segunda fase de la noche cuando el sueño es más ligero y uno se despierta con más facilidad”, señalan los científicos.
Remedios de la abuela o tratamientos efectivos
“La búsqueda de un tratamiento contra la resaca es tan antigua como esta dolencia, pero a día de hoy casi no existen ni estudios rigurosos al respecto, ni tratamientos efectivos, ni un especial interés farmacéutico en obtenerlos”, afirma Vester.
Una posible explicación a este incongruente fenómeno es que tanto médicos como investigadores consideran la resaca como un ‘castigo’ adecuado tras un exceso. Este estoicismo se ve reflejado también en estudios sobre los efectos de la resaca durante la jornada laboral: los trabajadores resacosos se sienten mal, son menos eficientes y tienen más conflictos sociales que el resto, pero no existe absentismo laboral alguno, seguramente debido a esta sensación de culpa merecida.
¿Qué se puede hacer para mejorar la resaca? Partiendo de que la respuesta inflamatoria puede ser su principal causa, “el único tratamiento con algún efecto sería aquel que inhibiera la síntesis de prostaglandinas –explica Vester–. La aspirina, el ácido tolfenámico y el extracto de la higuera de chumbo (Opuntia ficus indica) podrían ser efectivos”, apunta el investigador.
Café, vitamina B6, comer cinco almendras, infusión de ortigas, zumos de cítricos, un vaso de leche y otros remedios de la abuela y de internet no parecen tener demasiado efecto. O al menos no hay estudios que lo demuestren. Ir bebiendo agua durante la noche aliviará la deshidratación, comer bien antes y después ayudará al estómago. Pero si uno quiere no volver a leer este reportaje en un buen tiempo la única solución es no beber o, en el peor de los casos, hacerlo con moderación.