Una enorme franja de gas caliente estalla y se eleva desde el Sol, guiada por un bucle gigante de magnetismo invisible, con un helio ionizado a unos 70.000 ºC.
Esta sorprendente imagen fue capturada el 27 de julio de 1999 por el Observatorio Heliosférico y Solar (SOHO). La Tierra se ha superimpuesto para facilitar la comparación, mostrando que el bucle de gas, o prominencia, mide de extremo a extremo unas 35 veces el diámetro de nuestro planeta.
Una prominencia es una erupción de gas que asciende desde la superficie del Sol. Las prominencias son generadas por los campos magnéticos formados en el interior del Sol y estallan atravesando su superficie hasta desplegarse en la atmósfera solar.
El Sol está compuesto principalmente por plasma, un gas cargado de electrones e iones. Debido a su carga eléctrica, los iones responden a los campos magnéticos. Así, cuando los bucles magnéticos alcanzan la atmósfera solar, grandes caudales de plasma se ven atraídos por ellos, dando lugar a las prominencias, que pueden prolongarse durante semanas o meses.
No es común observar prominencias tan espectaculares como esta, aunque se detectan algunas cada año. Cuando empiezan a colapsar, la mayoría del gas escapa por las líneas del campo magnético para regresar al Sol. No obstante, en ocasiones se vuelven inestables y liberan energía en el espacio. Estas prominencias eruptivas expulsan una enorme cantidad de plasma, a la que los astrofísicos llaman ‘eyección de masa coronal’. Las erupciones solares también se asocian con las eyecciones de masa coronal.
Si este plasma llega a la Tierra, puede perturbar el funcionamiento de satélites, las redes eléctricas y las comunicaciones. También provoca el brillo de la aurora en el cielo polar.