La tripulación de la Estación Espacial Internacional, que partió de la Tierra el 19 de diciembre, lleva una «nariz electrónica» que detecta bacterias y hongos. Los astronautas podrán hacer mediciones por todos los rincones del módulo de servicio y evitar la exposición prolongada a microbios, que puede suponer un peligro tanto para los aparatos como para la tripulación.
La «nariz electrónica» registra perfiles específicos de los olores mediante diez sensores que detectan las propiedades de las moléculas de gas que emiten los cultivos biológicos. El nuevo instrumento posibilita un análisis casi en tiempo real, a diferencia de anteriores métodos que requerían un proceso de incubación.
Los responsables creen que supondrá una importante aportación a la seguridad de la tripulación de la ISS y a la de futuras misiones de larga duración, como posibles viajes a Marte. Además, también consideran aplicaciones dentro de la Tierra, en el transporte aéreo de viajeros o en submarinos.