Los habituales modelos de gestión del agua en el país ya no son eficaces, eficientes ni pertinentes ante los retos que impone el cambio climático, por lo que es urgente empezar a modificarlos, advirtió la doctora Fabiola Sosa Rodríguez, profesora-investigadora de la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), responsable del proyecto de investigación Los retos de la gestión del agua en la Ciudad de México ante el cambio climático, evaluación de impactos, vulnerabilidad y decisiones de política. 

Las predicciones climáticas para México no son muy alentadoras pues se ha previsto que de ahora a lo que resta del presente siglo, la temperatura se incrementará entre 0.5 y 4.0 grados centígrados, con graves implicaciones si se atiende lo dicho por el Panel internacional de cambio climático, organismo que ha advertido de los impactos “no sólo catastróficos, sino irreversibles” en los ecosistemas, y particularmente en cuanto a recursos hídricos, entre otros parámetros asociados en caso de incrementarse la temperatura en dos grados centígrados.

Señaló que los estragos serían relevantes particularmente en la zona centro y norte del país, ya que es una región propensa a sufrir mayores periodos de sequías y procesos de desertificación, y por tanto de mayor estrés hídrico. Esto la hace más vulnerable a menor disponibilidad de agua para su población, mientras que el resto del país podría enfrentarse a eventos meteorológicos extremos y problemas derivados de lluvias intensas, así como a brotes epidemiológicos de enfermedades como malaria y dengue, entre otros.

En la ciudad de México se esperaría un incremento de 0.9 grados para el 2020 en promedio y 2.8 para el 2027; esto significaría pasar de 16.5 a 19.3 grados centígrados en promedio, que supera los dos grados señalados por el panel, y esto traería como consecuencia, por ejemplo, la pérdida de los pocos y ya degradados bosques que se conservan y que a pesar de ello proporcionan uno de los servicios más necesarios para la ciudad, que es la captura de CO2 y la regulación de microclimas.

A lo anterior se agrega que temperaturas mayores y precipitaciones menores repercuten en una menor disponibilidad de agua, dijo la investigadora, quien recordó que poco menos de la mitad del vital líquido de que se dispone en la ciudad se trae de las cuencas Lerma y Cutzamala mientras el resto se extrae del acuífero; “si no captamos lo suficiente, tenderemos más a la sobreexplotación del acuífero, con las consecuencias de hundimiento diferenciado, colapso de estructuras, ruptura de redes y de drenaje, entre otras”.

Se calcula que las precipitaciones se reducirían en 10 por ciento, pero habrá eventos más intensos con los problemas de inundaciones que desde hace tiempo ya han empezado a ocurrir en la capital ante la insuficiencia de su sistema de drenaje.

La ciudad de México se encuentra ante una problemática que requiere acciones contundentes en términos de gestión del agua, porque si no garantizamos el suministro, ponemos en serio riesgo la operación de la ciudad y la sobrevivencia de la población”.

Sosa Rodríguez observó que a pesar de las proyecciones para la ciudad, se siguen los mismos modelos de gestión de hace décadas, los cuales están orientados a abastecer la ciudad trayendo el líquido desde localidades cada vez más lejanas, lo que resulta insustentable.

Para la investigadora es necesario un modelo de gestión integral de cuencas, porque la unidad adecuada para llevarla a cabo no es la ciudad como tal, sino como una unidad ambiental que es la cuenca.

Por otra parte la docente del Departamento de Economía, quien obtuvo una de las becas otorgadas por la Academia Mexicana de Ciencias a través del programa Becas para Mujeres en las Humanidades y las Ciencias Sociales, expuso que uno de los resultados de la investigación que encabeza, será la creación de un Sistema de Información Geográfica con información de mil 833 colonias del Distrito Federal.

El propósito de este instrumento, dijo, es fortalecer las capacidades de adaptación de México y reducir la vulnerabilidad de sus habitantes. Está desagregado a nivel de colonias y “va a identificar cuáles son los grupos más vulnerables ante el cambio climático y qué zonas podrían encontrarse en riesgo”.

La vulnerabilidad, por ejemplo, tiene que ver con las características económicas de la población y su localización, además de variables de tipo político, ya que “he encontrado que colonias con más recursos y mayor capacidad de cabildeo, suelen ser más beneficiadas en términos de infraestructura, de mejor acceso al agua, e incluso si tienen problemas de fugas se les resuelven casi de inmediato, mientras que hay otras que están completamente olvidadas”.

Otra variable importante se relaciona con los resultados de los modelos climáticos globales y regionales estimados por distintas institucionales, que ofrecen una proyección de cuánto se espera que se modifique la temperatura y la precipitación en diferentes décadas.

En este caso el proyecto se amplió con el fin de considerar no sólo al Distrito Federal, sino también a las cuencas Lerma y Cutzamala, en términos de vulnerabilidad, impactos de cambios en la temperatura y cómo esto afectaría la disponibilidad de agua en el DF para cada colonia.

La doctora Sosa Rodríguez explicó que cuando este sistema se encuentre listo –se espera que en el transcurso del próximo año–, se construirá un modelo de toma de decisiones, para que los funcionarios encargados de la gestión del agua puedan interactuar con el sistema y “jugar” con las variables.

“Todo esto con la idea de hacer una planificación de la ciudad más integrada a la planificación del agua; tenemos que controlar el crecimiento de la ciudad, porque si se llega a un límite en que ya no pueda abastecerse de agua a la población, habrá que pensar relocalizar tanto a la población como a los sectores económicos en otras zonas donde el acceso al líquido sí pueda garantizarse”. 

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